El cuatrienio inquisitorial del PP

Publicado el 19 febrero 2016 por Rgalmazan @RGAlmazan
Y es que después de sufrir cuatro años de recortes de derechos --no sólo económicos, sino también sociales y políticos— hemos llegado a una situación irrespirable, donde, vuelven tiempos peores, donde la censura y la autocensura campan por sus fueros; sólo un nuevo gobierno progresista y reformador puede cambiarla.
El PP no sólo ha implantado una forma de gobernar totalitaria y dictatorial, aplicando la apisonadora parlamentaria sin contar nunca con los otros grupos, es que además, apoyándose en una mayoría absoluta en el parlamento (aunque no la tuviera en votos) que le ha otorgado una ley electoral injusta y poco democrática, ha aprobado leyes regresivas, leyes represivas y ha impuesto desde las instancias judiciales que nombra o en los que tiene mayoría absoluta de miembros, como son la Fiscalía del Estado, la Abogacía del Estado, el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial, formas y decisiones sectarias que han desembocado en una constante condena de todo lo que rechaza su ideario, bien por actitudes reaccionarias o bien por intereses partidistas.
Y a las pruebas me remito. Basta observar lo ocurrido en los últimos días, una muestra significativa, para poder demostrar hasta qué punto la censura y la autocensura han entrado otra vez por la puerta grande de este país:
  • El caso de los titiriteros, que han pasado cinco días en la cárcel, es extremamente desmesurado e injusto. Nunca se había encarcelado a nadie por el hecho de crear algún personaje que cometiera un presunto delito. Algo inaudito, puesto que sería imposible escribir sobre obras de ficción que traten el terrorismo o, simplemente, la violencia. Hoy todavía, los dos titiriteros, deben presentarse en la comisaría todos los días, mientras que –por hacer una comparación maligna pero verdadera— Blesa o Rato sólo tienen que hacerlo cada quince días y Bárcenas cada semana.

  • A raíz del suceso anterior, se ha producido un caso de censura en un ayuntamiento de Huelva, Cartaya, donde, después de estar programada, se ha prohibido una obra de teatro (La mirada del otro) por tratar de un personaje que es etarra. Ante el miedo de ser juzgados, este Ayuntamiento ha censurado la obra, prevaleciendo el pánico ante la libertad de expresión.

  • Y qué decir del juicio a los ocho de Airbus. Donde se acusaba a ocho sindicalistas de actuar con violencia en una huelga hace cinco años. Afortunadamente el juez ha declarado inocentes a los acusados por no encontrar pruebas fundadas del hecho. Un ataque a uno de los derechos fundamentales: el derecho de huelga, que hoy, ojala que mañana también, ha quedado preservado.

  • Por último, quisiera recordar el juicio que ha sufrido Rita Maestre, portavoz de Ahora Madrid en el Ayuntamiento, que ha sido acusada y juzgada por el hecho de protestar, descubriéndose la camiseta, en una capilla de la Universidad. Hoy Rita Maestre espera sentencia, mientras que otra Rita (Barberá), está de vacaciones en casa, sin ir a su trabajo, el Senado, pero cobrando puntualmente de nuestros impuestos. Es lamentable que una reivindicación justa, en un estado que se llama aconfesional, como es estar en contra de que haya templos religiosos en lugares públicos, pueda terminar con un exceso judicial.

Es inconcebible que se pretenda tapar toda la corrupción --todos los casos que asolan este país por parte de presuntos delincuentes peperos-- con causas sin importancia, que actúan como cortina de humo, a las que se les da una repercusión mediática para tratar de minimizar el impacto de los corruptos y desviar la atención.
Francamente, nos encontramos en unos momentos en los que parece que todo vale, con un gobierno en funciones que trata de manejar los hilos de la Justicia y a los medios de comunicación, para amedrentar al personal, en su propio beneficio. Afortunadamente, muchos jueces son independientes y hacen que el exceso de leyes represivas y de artículos del código penal ya obsoletos no puedan parar el tiempo que vivimos, aunque a muchos peperos no les importa, para conseguir sus fines, seguir resucitando a Torquemada (personaje al que sin duda debe adorar el ministro del Interior).
Salud y República