La historia de Wold es la de un bluesman clásico, una vida pegada a la carretera con una guitarra de fabricación casera como su más valiosa posesión. Vivió en San Francisco en los bulliciosos años sesenta y trabajó como músico de estudio e ingeniero de sonido. El instinto nómada le volvió a llamar y regresó a la carretera pasando por numerosas ciudades durante los siguientes años. Durante los años noventa vivió de las monedas que ganaba tocando en las calles de París. Una época dura pero bonita que le daría la oportunidad le viajar a Noruega en el año 2000, allí fijaría su residencia y grabaría su primer disco junto a The Level Devils. Aquel primer trabajo supondría un punto de inflexión en su vida. Desde entonces ha editado cuatro discos más y ha sido nominado dos veces como International Solo Male Artis en los Brit Awards. Su música recoge las vivencias de su vida, da consejos para sobrevivir en la calle y relata anécdotas de una vida repleta de ellas.
En 2004 llegaba a las tiendas Dog House Music, el disco que confirmaba que este artista de 63 años no había triunfado de casualidad, como a Sharon Jones o a Charles Bradley el éxito le llegó cuando menos lo esperaba. Ese mismo verano Seasick Steve se convertía en un nombre fijo en los carteles de los principales festivales europeos, todo un logro para un músico cuyas canciones están más próximas al blues rural de los años treinta al estilo que prima en los festivales de hoy en día.
Su música, austera, cruda y sincera, se basa en la castigada voz de Wold, en la desvenzijada guitarra a la que acompaña y en el cajón que hace las veces de percusión mientras lo golpea con los pies. Su quinto trabajo se publicó el pasado mes de mayo en Third Man Records, el sello de Jack White. You Can't Teach an Old Dog New Tricks (No puedes enseñar nuevos trucos a un perro viejo) resume a la perfección la vida y obra de este cuento de hadas protagonizado por un bluesman de carretera que grabó su primer disco cumplidos los sesenta años.
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