Este muerto está muy vivo.
En el fútbol existe una máxima que dice: “si algo funciona, no lo toques”. Pues bien, tal afirmación también se puede aplicar fácilmente a la gran pantalla, como bien lo demuestran los productores de El cuerpo. Ellos fueron los responsables del éxito comercial que supuso El orfanato y, viendo que la cosa iba bien, decidieron seguir apostando por la fórmula que tan buenos rendimientos les había dado y repitieron con Los ojos de Julia y con la cinta que hoy nos ocupa. La receta es simple: a) Thriller con toques de terror y fantástico; b) Belén Rueda convertida en una especie de “screamgirl” nacional; c) Óscar Faura a la fotografía; y d) Un sonido horroroso que incluso provoca que llegues a perderte algunas líneas de diálogo.
Lo
cierto es que la peli empieza con una premisa de lo más molona. El
guardia de seguridad de la morgue es atropellado en una carretera
cercana a su lugar de trabajo mientras huya de algo o de alguien.
Cuando la policía se pone a investigar el caso, descubrirán que en
el depósito de cadáveres falta un cuerpo, el de Mayka
Villaverde, una poderosa mujer de mediana edad, que había
fallecido ese mismo día de un infarto. Ante tales hechos solo cabe
imaginar dos posibles escenarios: que alguien haya entrado en el
depósito llevándose el cadáver o que la buena de Mayka se haya
convertido en una walking dead y hubiera empezado a perseguir al
guardia de seguridad mascullando aquello de “cereeeebros”.
Como
los polis encargados del caso (que parecen sacados de una peli
española de macarras de finales de los '70) no parece que sean muy
fans de “Cuarto Milenio” empezarán a indagar en relación con la
primera de las opciones. Para ello mandarán llamar al marido de
Mayka, un joven, atractivo y ambicioso científico que trabajaba en
la empresa de su esposa y que, todo parece apuntar, es la persona que
más sale ganando con su muerte. A partir de ese momento el
espectador asistirá a una tensa partida de ajedrez entre el marido y
la policía, a la vez que irán apareciendo nuevas pruebas que
inculparán al primero y otras que harán sospechar que Mayka podría
no estar muerta y querer venganza.
El
principio de la cinta resulta bastante prometedor: hay un muerto, un
cadáver se las ha pirado, es de noche, intrigas en la morgue, en la
calle llueve a raudales, el poli protagonista lleva gabardina, todo
Dios fuma, nada es lo que parece... no está mal para empezar un
thriller. Además, en este tramo inicial la ambientación es chula y
ayuda a entrar dentro de la historia... hasta que le vemos el peinado
a José Coronado lo que acaba provocando que el espectador salga
despedido de la trama. Pero a pesar de los peinados la cinta logra
seguir adelante hasta que, al poco, uno empieza a tener la sensación
de que la historia es un poco tonta, que algunas situaciones chirrían
de lo lindo (esa escena del dichoso papelito y la taza de wc es de
traca), que la cosa cada vez se va volviendo menos interesante de lo
que en un principio parecía, que el conjunto empieza a no querer
encajar como se esperaba y que el castillo de naipes que pretende
formar, se tambalea por todos lados. Obviamente termina viniéndose
abajo.
Y
es que la sensación final que uno se lleva del film es que pretende
formar un complicado puzzle que, al principio, colocando las fichas
de los márgenes, se avanza de forma fluida pero que, a medida que se
va complicando, las fichas cada vez cuestan más de encajar y
finalmente se termina optando por golpearlas a puñetazos para
lograrlas acoplarlas, aunque salte a la legua que no casan como
deberían.
Resumiendo: Thriller con buena ambientación e interesante punto de partida que no tarda en venirse abajo con un sonoro estrépito.