De los productores de El orfanato y Los ojos de Julia, este thriller psicológico bañado de suspenso sabe cómo conquistar al espectador que gusta de los enigmas que suelen dejar cierto tipo de crímenes. El cuerpo nos remite a la misteriosa desaparición de un cadáver que se hallaba en la nevera de la morgue. El inspector policíaco (José Coronado) comienza a indagar en el asunto, entrevistando al esposo de la difunta y encontrándolo sumamente sospechoso. El film, con una ambientación bien oscura como suelen tener los buenos relatos de este género, posee la particularidad de saber atrapar y enlazar al público sin la necesidad de imprimirle secuencias de acción a la historia. De una factura técnica envidiable y con fragmentos en donde priman una buena porción de apetitosos diálogos, la cinta te mantiene todo el tiempo atento y elaborando diversas hipótesis que se van refutando y/o reforzando mientras más detalles se van revelando con el correr de los minutos. Más allá de lo que concierne al punto visual, el factor supremo y destacado de la película está marcado en los giros. Oriol Paulo, guionista y director de esta obra, acierta en cada una de las vueltas de tuerca que le otorga a la narración, siendo la explicación final la más sorprendente y brillante. Es que en la “ending scene” algo rompe el esquema, el rompecabezas mental que uno imaginaba, generando dos consecuencias: una, de asombro en el espectador, dado la eficacia y genialidad para ocasionar este desvío; la restante, en el film, permitiendo subir su puntaje en el score y subiendo un escalón más en la escalera de sobriedad estructural de la proyección.
LO PEOR: la atmósfera enigmática, el suspenso. Los giros. LO PEOR: alguna que otra pequeña y discutible incoherencia en determinadas resoluciones. PUNTAJE: 8