Revista Opinión

El cura que, sin saltar por la ventana, se llevó los dineros y se largó

Publicado el 02 septiembre 2014 por Lulesi

castillejoHubo una vez un clérigo que logró la cuadratura del círculo. Eclesiástico, pero círculo: armonizar el sacerdocio y la presidencia del Consejo de Administración de una caja de ahorros. En realidad la “caja” era el negociete privado de unas coronillas y cuatro palurdos que jugaban a ser empresarios con los ahorros de una ciudad mafiada, provincia y alrededores.

-¿Hay que llegar a la cumbre?
-¿Allí hay langostinos?
No, pero nos espera Sandokan, los ladrillos y las burbujas.
Ego te absolvo.

Ególatra y dictador, el canónigo, penitenciario y tal, se rodeó de pelotas y enchufados que alaban sin cesar su inteligencia vaticana y su manejo de los dineros ajenos. Cada cargo designado a dedo le garantizaba la fidelidad perruna de una familia en una ciudad de sacristías, y también perruna. De perros.
A base de favores y loas se quedó con todo. Era como un “corleone” con tonsura pero igual de padrino. Pensando en su vejez y en sus hermanas, aficionadas como nadie al marisco fresco, se aseguró una buena tajada, entre inciensos, para su retiro marisquero antes del gran crack o quiebra con estafa.

- Es listo don Miguel.
– Se lo lleva, pero lo bendice el Papa
– ¿Y a que espera?
– A que lo hagan santo y a poner una marisquería en el cielo.

El “penitenciario” en la nube de la Caja, llego a creer que era el rey Midas. Y daba, sin cesar, créditos a sus amigos ladrilleros, sin importarle esa extravagancia de la “concentración de riesgo”, el Banco de Spain y las burbujas que estallan.
Y estalló. Pero ya estaba a buen recaudo con su magra auto jubilación, y todas las tenues responsabilidades que se exigieron le pasaron por encima del capelo.

- Don Miguel que estás en los cielos.
– La mano del Señor le conduzca al santo langostino.
– ¿Tiene una capa roja de cinco metros como Cañizares?
– No, tiene una “Fundación”, camaleónica, para hacer negocios con el alcalde pepero.
– Que el Señor los bendiga.

Sí, porque ahora se ha descubierto que nueve años después de su retirada a las cigalas de invierno, con pensión, banda y orquesta, que preside una empresa constructora, camuflada de “fundación” y que la nécoras, las cigalas y las gambas van y vienen desde la alcaldía en forma de convenios y contratos.
Bajo palio, dando bendiciones a sus pelotas y haciendo abluciones con agua bendita, Don Miguel sigue mafiando a esa ciudad de meapilas y enchufados con escapulario y gomina, mientras apestan las cabezas de las gambas en los basureros oficiales. Podridas.

 


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