Casi arrinconada en una de las esquinas de la Plaza Bib-Rambla, casi pidiendo permiso, en ese lugar se levanta una plaza a la vez pequeña y al mismo tiempo enorme. No por su extensión pero sí por la sensación que provoca levantar la vista y ver la imponente fachada de la Catedral de Granada. Se trata de la Plaza de las Pasiegas y de una imagen tan espectacular que hace las delicias de los visitantes. Pero pese a ser uno de los lugares más concurridos y conocidos de la capital, guarda un secreto que pasa desapercibido para la mayoría.
El origen del nombre de la Plaza de las Pasiegas mantiene relación con el inicio de la vida. Es decir, con los bebés. Pues en este lugar de Granada tenía lugar uno de los actos más bonitos y naturales al que la mayoría nos exponemos recién nacidos: tomar el pecho de nuestras madres. Aunque en este caso no era literalmente así sino que la leche procedía de otras mujeres que eran una suerte de madres “postizas”.
En efecto en la Plaza de las Pasiegas se daba de mamar a los bebés. Pero no a cualquiera sino a los de las familias bien de la Granada del siglo XIX. De hecho ni siquiera las mujeres eran granadinas sino que venían desde el extremo más lejano de la Península Ibérica. Eran mujeres, que acababan de dar a luz y que llegaban a Granada desde el valle del Pas en Cantabria, cuyo gentilicio es pasiego, junto con una comitiva de vendedores ambulantes que se recorrían toda la geografía española. Ellas, consideradas “madres nodrizas” daban de amamantar primero a sus hijos y después incluso a cachorros de perro que incorporaban a su viaje para que les sirvieran de protección puesto que pasaban muchas semanas en la carretera de aquel tiempo.
Una vez en Granada eran contratadas por familias burgueses cuyas mujeres acababan de ser madres y no querían correr el riesgo de tener que dar de amamantar a sus hijos. Pese a ello, se aseguraban de que la mujer que iba a dar leche a su bebé estuviese en unas condiciones óptimas. Debían tener de 19 a 26 años de edad, estar vacunadas, estar criando mínimo a su segundo hijo e incluso tener buen físico y conducta moral. Esas eran las características que reunían las madres nodrizas pasiegas que acabaron dando nombre al lugar en el que llevaban a cabo su curioso empleo. Uno de los lugares más bellos de la ciudad de la Alhambra. Otro más.
Tomado de www.elbolardo.com
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