Lujos, modas, exótico, francés…etc. Un Cruasán ha tenido cientos de visiones e ideas, siendo un bollo de hojaldre en forma de media luna, con un simple uso que se engrandece con su desorbitado origen: una Batalla.
Ahora si vamos a Comernos la Historia. Literalmente lo haremos.
1683. El Imperio Otomano anhelaba conquistar la ciudad de Viena (en Austria) y así hacerse con una grata posición que le diera el dominio sobre las rutas comerciales del río Danubio. Ya lo habían intentado dos veces anteriormente, siendo derrotados en 1529 y posteriormente debieron retroceder antes de tomar contacto con la ciudad. Pero en esta ocasión el visir Kara Mustafá (bajo el poder del sultán Mehmed IV) estaba dispuesto a tomar la ciudad: reforzó el camino hacia el Sacro Imperio Romano Germánico, promovió a los no católicos en la zona de Hungría y concentró armamento y munición desde todo punto del Imperio. Entre 1681 y 1682 las escaramuzas dieron escusas al otomano para declarar la guerra en 1683, que reunieron un ejército que recordaba a época de Saladino: 150.000 hombres y 300 cañones. La enormidad del ejército era virtud de superioridad, pero a la vez defecto de coordinación.
El 12 de septiembre se libró la batalla de Kahlenberg o conocida como el Segundo Sitio de Viena. Los errores del mando otomano les costaría la derrota: no tomaron en serio a los refuerzos que se dirigían hacia la batalla y no ordenaron formar para la batalla. Los Húsares Alados polacos llegaron a las posiciones y cargaron contra la desorganizada posición turca, que en poco tiempo perdió 20.000 hombres.
¿Y qué tiene que ver el Cruasán en todo esto?Durante el desarrollo inicial de la batalla, los zapadores turcos comenzaron su trabajo nocturno para intentar abrir hueco en la muralla de Viena, por lo que comenzaron a excavar un túnel. Esa noche, como todas, los panaderos de la ciudad se encontraban trabajando y escucharon los ruidos de los zapadores, dando aviso de ello y tomando a los otomanos por sorpresa, abortando así el intento de asalto. Gracias a esto, se ganó tiempo para la llegada de los refuerzos polacos-lituanos bajo el mando del rey Juan III, quien decidió que se rindiera homenaje a los panaderos y que estos elaboraran un panecillo que tuviera forma de media luna para conmemorar así la victoria, simbolizando que “se habían comido a los turcos”.
La idea era imitar la media luna que se dibujaba en la bandera otomana y así se hizo. Así nacía el Cruasán, cuyo significado es creciente, como la luna. Tomó el nombre de Halbmond, que traducido del alemán es media luna. Por lo tanto, el Cruasán no nació en Francia, nació en Austria y concretamente en Viena, de hecho no se introdujo en Francia hasta el siglo XIX que lo adoptó como parte de su gastronomía llamándolo Croissant, pues en Austria se vendían como kipferl. Otro mito popular que se rompe.
Los vieneses no se comerían los cruasanes solos tras vencer a los turcos, si no que gracias a un cosaco conocido como Franz George Koltschitzki los tomarían con café. Este fue premiado con los sacos de café abandonados por los turcos tras la batalla por su actuación mediante el espionaje, abriendo en Viena una cafetería que adquirió gran éxito, pues ahora no solo se comían a los turcos, sino que también se los bebían.
Ahora que ya sabes que ocurrió y porqué surgió el delicioso bollo, cada vez que te comas uno no solo lo disfrutarás, si no que estarás comiéndote un turco.
Carlos Albalate Sánchez