Es una lástima que en nuestro país no exista la obligación de que los políticos debatan en televisión. Para mí es la única manera de se contrasten ideas y cada uno exponga su programa ante la mirada crítica del contrario. Tampoco estaría mal que debatieran bajo la mirada del público y los periodistas y que estos pudieran hacer preguntas a los candidatos. Lo de los mítines es una fórmula gastada, que no sirve más que para exhibirse ante los ya convencidos y arrancar unos minutos del telediario.
Pero el debate que vimos fue tan frío que parecía que Rubalcaba y Rajoy se estuvieran ciñiendo a un guión previamente pactado. Ni siquiera hablaron de corrupción, ni de los privilegios de los que gozan los políticos, dos de los temas que más preocupan a los ciudadanos. El candidato del PSOE al menos expuso algunas ideas: nuevos impuestos, a las grandes fortunas y a la banca y exención del pago de la Seguridad Social durante un año a las Pymes que contraten al menos a un trabajador. También habló de que la Unión Europea retrase dos años los objetivos de déficit y la creación de una especie de plan Marshall, como si él pudiera imponer sus ideas al resto de miembros de la Unión. Del resto de medidas, cabría preguntarse por qué no las ha aplicado antes, habiendo sido vicepresidente del gobierno. De Rajoy no saqué nada en claro, más allá de que va a crear empleo porque va a mejorar la economía con esas medidas que nunca llega a concretar y que así aumentará la recaudación de impuestos y se reducirá la deuda estatal.
Hizo bien Rubalcaba en llevarse leido el programa de su rival y dejar en evidencia sus ambigüedades, pero eso no fue suficiente, porque a Rajoy le bastaba con esquivar las preguntas del candidato del PSOE recordando el desastre económico que iba a recibir en herencia. Además, Rubalcaba no hablaba en condicional, sino que sus cuestiones parecían dar por seguro que el próximo presidente del gobierno será el líder del PP, casi como si él fuera un periodista un poco agresivo que pide aclarar las medidas que se van a aplicar.
Del resto del debate, poco más que decir. Muchas de las interveciones no eran más que estudiados monólogos publicitarios. Como ciudadano he quedado totalmente desinformado sobre lo que harían estos dos candidatos si llegan al poder, sobre todo en el caso del favorito. Quizá sea mejor apartar la mirada de los dos gigantes e interesarse sobre lo que ofertan los demás.