La esencia de la democracia es la intervención del pueblo en los asuntos de su gobierno. Para ello, para que el sistema funcione correctamente, es imprescindible que el pueblo esté debidamente informado de las diferentes opciones políticas y de sus intenciones. Ahí radica la utilidad de las campañas electorales y los constantes bombardeos desde los titulares de los medios de la retahíla de declaraciones que los candidatos efectúan día tras día.
Pero el pueblo también tiene derecho a recibir información directa, no filtrada por la pluma del periodista de turno, y sacar sus propias conclusiones de las palabras pronunciadas por los diferentes candidatos. Porque las palabras comprometen, al igual que los silencios.
De ahí que en democracia adquieran una especial relevancia los actos electorales y los debates, porque no existen intérpretes que elaboren la información para su consumo, sino que es directamente el ciudadano quien la recibe del emisor y la interpreta a su antojo.
De la misma manera, se da la circunstancia de que es raro el ciudadano que acuda a todos y cada uno de los actos electorales de todos los elegibles, sean del signo que sea. Y es ahí donde radica la importancia definitiva de los debates. Esa discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas forma parte de la esencia misma de la democracia. Los debates son tan imprescindibles para la salud de la democracia que prácticamente es imposible concebirla sin su existencia, porque son una de las mejores herramientas que hay para que el ciudadano pueda formarse una opinión clara y sin ambigüedades de la posición y los propósitos de cada uno de los candidatos.
En Sevilla se ha creado una cierta polémica por la celebración de un debate organizado por Luis Rull entre tres de los candidatos a la alcaldía de la ciudad, Espadas, Torrijos y Zoido. El acto se celebrará el próximo lunes día 24 en el edificio del Crea, en San Jerónimo, y versará sobre el uso de las redes sociales en la campaña.
Como Luis ha anunciado en su blog, este debate no versará sobre política, sino sobre el uso que los candidatos hacen de las herramientas que ponen a su alcance las nuevas tecnologías durante la campaña, tal y como se ha llevado a cabo en otras ciudades como Barcelona, Zaragoza y Madrid, y será moderado por Luis Rull. Es decir, no es el debate que necesitan los ciudadanos para definir cuál será el sentido de su voto el próximo 22 de mayo.
Sin embargo, en unas elecciones en las que nos jugamos tanto y sumergidos en una crisis que nos ha volteado la vida como si de un calcetín se tratase, un debate entre los candidatos es más necesario que nunca. Porque los ciudadanos necesitan saber con claridad qué es lo que va a hacer cada uno de ellos con el dinero que pagamos todos si es que logra la victoria y qué modelo de ciudad va a impulsar.
Para más inri, en Sevilla disponemos de una televisión municipal, Giralda TV, que nos cuesta una pasta y que sería el marco idóneo para su celebración. Tanto Juan Espadas como Antonio Rodrigo Torrijos ya han manifestado públicamente que no tienen inconveniente alguno para su celebración. Tan sólo falta que Juan Ignacio Zoido se manifieste al respecto para que tenga lugar su celebración.
No creo que el candidato por el Partido Popular tenga ningún inconveniente a priori para que se produzca. Todas las encuestas publicadas hasta ahora lo sitúan como máximo favorito a la victoria rozando la mayoría absoluta y esto proporciona una clara ventaja a la hora de afrontar este formato. Más bien debe ser que Zoido está esperando el momento oportuno para anunciarlo y que se negocie el lugar y la forma en que se produciría.
Sería incomprensible que los ciudadanos tuviésemos que acudir a las urnas la próxima primavera sin el hecho clarificador de que los aspirantes a gobernar esta ciudad confronten sus ideas de manera pública y sin intermediarios para que todos podamos tener elementos de juicio suficientes para determinar nuestra elección. Y además supondría una degradación inconcebible de la vitalidad de nuestra democracia. Por eso estoy seguro que el debate tan deseado y necesario se producirá finalmente.
En lo que a mí respecta, no me pienso perder ninguno de los dos.