En las inmediaciones de La Riviera, lo habitual en cualquier evento que incluya "Gallagher" en los créditos: una fila de lambrettas aparcadas en la puerta, decenas de mods perfectamente uniformados y hordas de británicos, a esas horas ya “alumbrados” para la ocasión.
Dentro de la sala, se podían distinguir claramente varias generaciones según la posición que ocupaban. En las primeras filas, las nuevas generaciones: jóvenes hambrientos de la habitual socarronería del menor de los Gallagher. En la parte central, los “alumbrados” más preocupados de tener fácil acceso a la barra central de la sala que de otra cosa. Al fondo, los treintañeros nostálgicos que crecimos con los primeros discos de Oasis como banda sonora. Todo en orden. Se apagan las luces.
Ya avisaron que ninguna canción de Oasis formaría parte del repertorio en directo de Beady Eye (interpretaron su disco debut al completo excepto Wigwam), algo que más allá de sentimentalismos me parece de una coherencia aplastante. Comenzaron con Four letter Word, una de las más enérgicas de Different gear, still speeding. Y la euforia se apoderó de una sala repleta. Lo primero apreciable fue el buen estado de forma de la voz de Liam, algo a lo que habíamos renunciado desde hace años. Debe de estar cuidándose. ¿O acaso lo hacía para fastidiar a Noel? Cosas de hermanos.
La simplona pero efectiva Beatles & Stones mantuvo el nivel de intensidad que poco a poco fue decayendo con Millonaire (al acabarla se coreó por primera vez, que no última, el nombre de Noel) y For anyone, para recuperar la apoteosis por unos minutos con The roller, el primer single de la banda.
Wind up dream precedió a Bring the light, otro de los momentos de la noche. Standing on the edge of the noise nos devolvió al sonido más directo y sucio de Definitely Maybe para llegar a la calma con el baladón Kill for a dream, que sonó excesivamente plana y carente de emoción.
Con Three ring circus iniciamos la parte final de un concierto que apenas duró 60 minutos. The beat goes on, para un servidor el mejor tema de la banda hasta la fecha, sonó épica y mostró con todo esplendor el potencial de una banda, que más allá del siempre deficiente sonido de La Riviera demostró una solvencia impoluta. Recuperaron también la cara B Man of misery, de las más contundentes de la noche, para finalizar con lo más parecido a Champagne Supernova que Liam ha podido componer: The morning son. Fantástico final.
Regresaron para un único bis, con la impecable versión de Sons of the stage de World of Twist, dejando a los asistentes la sensación de que Beady Eye tienen recorrido, pero que la sombra de Noel Gallagher siempre planeará sobre ellos.