Matthew McConaughey tuvo su primer papel importante a los 27 años en el sólido film-soleil Estrella Solitaria (1996), de John Sayles. Casi de inmediato tuvo otro rol protagónico: el de un joven abogado sureño en el drama de juzgado Tiempo de Matar (Schumacher, 1996). A partir de ahí, el actor tejano perdió la brújula y lo que parecía una prometedora filmografía se estancó en películas cada vez más lamentables que explotaban su atractivo físico. Ora sí que “carita” mató carrera.Quince años después de aquel inicio esperanzador, el personaje del abogado defensor Mick Haller, creado por el prolífico novelista hard-boiled Michael Connelly, puede ser el boleto que haga regresar a McConaughey por el camino del buen cine. O, bueno, no exageremos: al camino del cine por lo menos visible.Basado en la novela The Lincoln Lawyer –disponible en español con el nombre de El Inocente (Ediciones B, 2008)-, El Defensor (The Lincoln Lawyer, EU, 2011), segundo largometraje de Brad Furman –opera prima inédita en México The Take (2007)- es un competente thriller de juzgado que aprovecha lo previsible de la historia para convertirla en la fuerza motora de la trama. Es decir, el chiste de El Defensor no es saber qué va a suceder sino cómo.Mick Haller (McConaughey) es un hábil abogado defensor que, como le dice al chofer de su auto Lincoln que funge como oficina móvil, utiliza su conocimiento de las transas callejeras para sacar el mejor provecho posible en los juzgados de Los Ángeles. De la nada, a Haller le cae un caso realmente importante con el que puede ganar buen dinero: el heredero de una enorme fortuna inmobiliaria, Louis Roulet (Ryan Phillippe, muy en su papel), es acusado de haber violado y golpeado a una mujer. Roulet se dice inocente y no quiere negociar nada con la fiscalía. ¿Será que, para variar, Haller, acostumbrado a representar a puro malandrín, defenderáa un auténtico inocente?No se necesita haber leído las obras completas de Chandler o ser un especialista en cine negro para saber hacia dónde va la película. De hecho, lo disfrutable de El Defensor es ver que se dirige hacia el camino previsto, aunque por rutas genuinamente entretenidas y, hasta cierto punto, imprevisibles.Furman dirige con elegancia –hay algunas transiciones llamativas, un plano secuencia inicial lucidor- y el reparto extendido es, sin excepción, espléndido, aunque la siempre bienvenida Marisa Tomei resulta desperdiciada en el papel de la exesposa chabocha a la que hay que proteger porque todavía se siente algo por ella –y se entiende: sólo alguien con atole en la sangre no siente algo por la señora Tomei.Pero volvamos a McCounaghey: el tejano disfruta su primer papel interesante en mucho tiempo y lo hace suyo con un garbo que no le veíamos desde hace por lo menos tres lustros. Como Michael Connelly ha escrito otras novelas sobre Haller, a lo mejor aquí está la oportunidad para la casa productora Lionsgate y para el propio McCounaghey de iniciar una interesante saga legal/policial. Ojalá así sea. Este tipo de cine siempre será bienvenido –por lo menos por quien esto escribe.
Matthew McConaughey tuvo su primer papel importante a los 27 años en el sólido film-soleil Estrella Solitaria (1996), de John Sayles. Casi de inmediato tuvo otro rol protagónico: el de un joven abogado sureño en el drama de juzgado Tiempo de Matar (Schumacher, 1996). A partir de ahí, el actor tejano perdió la brújula y lo que parecía una prometedora filmografía se estancó en películas cada vez más lamentables que explotaban su atractivo físico. Ora sí que “carita” mató carrera.Quince años después de aquel inicio esperanzador, el personaje del abogado defensor Mick Haller, creado por el prolífico novelista hard-boiled Michael Connelly, puede ser el boleto que haga regresar a McConaughey por el camino del buen cine. O, bueno, no exageremos: al camino del cine por lo menos visible.Basado en la novela The Lincoln Lawyer –disponible en español con el nombre de El Inocente (Ediciones B, 2008)-, El Defensor (The Lincoln Lawyer, EU, 2011), segundo largometraje de Brad Furman –opera prima inédita en México The Take (2007)- es un competente thriller de juzgado que aprovecha lo previsible de la historia para convertirla en la fuerza motora de la trama. Es decir, el chiste de El Defensor no es saber qué va a suceder sino cómo.Mick Haller (McConaughey) es un hábil abogado defensor que, como le dice al chofer de su auto Lincoln que funge como oficina móvil, utiliza su conocimiento de las transas callejeras para sacar el mejor provecho posible en los juzgados de Los Ángeles. De la nada, a Haller le cae un caso realmente importante con el que puede ganar buen dinero: el heredero de una enorme fortuna inmobiliaria, Louis Roulet (Ryan Phillippe, muy en su papel), es acusado de haber violado y golpeado a una mujer. Roulet se dice inocente y no quiere negociar nada con la fiscalía. ¿Será que, para variar, Haller, acostumbrado a representar a puro malandrín, defenderáa un auténtico inocente?No se necesita haber leído las obras completas de Chandler o ser un especialista en cine negro para saber hacia dónde va la película. De hecho, lo disfrutable de El Defensor es ver que se dirige hacia el camino previsto, aunque por rutas genuinamente entretenidas y, hasta cierto punto, imprevisibles.Furman dirige con elegancia –hay algunas transiciones llamativas, un plano secuencia inicial lucidor- y el reparto extendido es, sin excepción, espléndido, aunque la siempre bienvenida Marisa Tomei resulta desperdiciada en el papel de la exesposa chabocha a la que hay que proteger porque todavía se siente algo por ella –y se entiende: sólo alguien con atole en la sangre no siente algo por la señora Tomei.Pero volvamos a McCounaghey: el tejano disfruta su primer papel interesante en mucho tiempo y lo hace suyo con un garbo que no le veíamos desde hace por lo menos tres lustros. Como Michael Connelly ha escrito otras novelas sobre Haller, a lo mejor aquí está la oportunidad para la casa productora Lionsgate y para el propio McCounaghey de iniciar una interesante saga legal/policial. Ojalá así sea. Este tipo de cine siempre será bienvenido –por lo menos por quien esto escribe.