El déficit democrático

Publicado el 22 mayo 2011 por Albertorm

"Si no respetamos los bienes públicos; si permitimos o fomentamos la privatización del espacio, los recursos y los servicios públicos; si apoyamos con entusiasmo la tendencia de la joven generación a ocuparse exclusivamente de sus propias necesidades: no debería sorprendernos una disminución constante de la participación cívica en la toma de decisiones públicas. En años recientes se ha hablado mucho del llamado 'déficit democrático'. Los sondeos de opinión reflejan un desinterés cada vez mayor por las elecciones locales y nacionales y un cínico desprecio hacia los políticos y las instituciones políticas, especialmente entre los jóvenes. Se ha generalizado la sensación de que como 'ellos' harán los que quieran en cualquier caso -al tiempo que sacan todo el beneficio personal posible- por qué habríamos de perder el tiempo 'nosotros' en tratar de influir en sus actos.
A corto plazo, las democracias pueden sobrevivir a la indiferencia de sus ciudadanos. De hecho, solía pensarse que cuando los electores estaban demasiado agitados era una señal de problemas inminentes en una república estable. Por tanto, los asuntos del gobierno debían dejarse en manos de los elegidos para este fin. Pero el péndulo ha oscilado hasta el extremo opuesto.
Como sabían los griegos, la participación en la forma en que se nos gobierna no solo aumenta el sentido colectivo de responsabilidad por los actos del gobierno, sino que también contribuye a que los líderes se comporten honestamente y constituye una salvaguarda ante los excesos autoritarios. La desmovilización política, más allá del saludable abandono de la polarización ideológica que caracterizó el desarrollo de la estabilidad política en la Europa occidental de la posguerra, constituye una peligrosa pendiente resbaladiza. Además, es acumulativa: si nos sentimos excluidos de la gestión de nuestros asuntos colectivos, no nos molestaremos en expresar nuestra opinión sobre ellos. En ese caso, no debería sorprendernos descubrir que nadie nos escucha".
ALGO VA MAL, de Tony Judt.
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