¿Alguna vez os habéis preguntado cómo actúa el amor cuando llega a nuestras vidas sin avisar, y nos atraviesa el corazón tan fuertemente que acaba por desestabilizar nuestra apacible y tranquila dinámica de vida?
Si alguna vez os lo habéis cuestionado, estáis de suerte porqué me he puesto a indagar en este mundo tan frenético e intenso que tiene esto del amor.
Es bien sabido que esa sensación tan peculiar, que empieza con un hormigueo en el estómago, un sutil rubor en las mejillas, una tímida sonrisilla por aquí y otra por allá, es única en su especie. Por no mencionar las características palpitaciones que enloquecen a nuestro corazón y que nos dejan sin habla.
El amor no deja de ser una experiencia de lo más excelsa pero que, así como entra en nuestras vidas puede volver a salir. Ni todo es blanco ni todo es negro en esta existencia. Pensad que las memorias de lo vivido siempre perduraran a fuego en nuestras almas. Y, recordad, ¡el amor está en el aire! Siempre hay oportunidades para volver a adentrarse en este universo que tiene tanto por ofrecernos y, quién sabe, volver a ser el protagonista de una gran historia de amor.
Ahora bien, dejando de lado lo bonito que tiene esto de estar enamorado, profundicemos más en cómo actúa el amor sobre nuestro organismo y qué beneficios tiene para éste.
Uno de los primeros mecanismos que nuestro cuerpo activa es el de la secreción de una hormona llamada oxitocina conocida más comúnmente como “la hormona del amor”. Lo más sorprendente de este oligopéptido es que es el principal motor que maximiza muchas de nuestras conductas prosociales tales como la amistad, la confianza, la generosidad, la empatía y el altruismo.
Empecemos por uno de los beneficios más positivos en nuestro estado anímico, el amor nos hace más felices. Este hecho viene fuertemente influenciado por la secreción de endorfinas que son capaces de subirnos el ánimo.
Al mismo tiempo, el amor mejora nuestra autoestima gracias a la liberación de melatonina que nos hace sentir más vivos y disfrutar de esta sensación.
Curiosamente, el estar enamorado refuerza nuestro sistema inmunitario. ¿Qué? ¿Nunca lo habían oído? Pues sí, el tener esa conexión tan íntima con otra persona y su contacto físico consiguen una mayor liberación de endorfinas, dopamina y, otra vez, oxitocina.
Así que sí, el estar enamorado viene acompañado de un sinfín de beneficios y sorprendentes regalos que nos hacen sentir como si estuviésemos viviendo nuestra existencia en todo su esplendor.
Por último, me hace mucha ilusión compartir este curioso dato con vosotros.
¿Sabéis quien es el causante de esa sonrisa tonta que nos posee cuando vemos a nuestro ser querido? ¡La feniletilamina tiene la culpa! ¡Cuanta vergüenza nos ha hecho pasar delante de nuestro flechazo! Ésta es un compuesto químico que actúa como neurotransmisor, así como una droga natural del grupo de las anfetaminas que se genera en nuestro cerebro durante el enamoramiento. Y no solo induce esa sonrisilla tan singular, sino que también es responsable de la falta de apetito, insomnio y, por encima de todo, de una embriagante sensación de felicidad.
Amad. Sentid. Y sonreíd a la vida por lo bueno que nos ha dado porque, uno no es consciente de lo que tiene hasta que lo pierde. Por favor, sed conscientes.
Gracias.