El delicado equilibrio entre asistir y ayudar a crecer

Por Gabrielschwartz

Una experiencia inesperada
Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar México y conocer, además de las zonas turísticas desarrolladas, algunos pueblos más humildes. A unos 10 km de San Cristóbal de las Casas se encuentra San Juan Chamula,. Se trata de una pequeña ciudad de casas bajas muy sencillas, con su típica plaza, mercado, iglesia y oficinas públicas. Mientras estaba llegando me sorprendió ver una enorme cantidad de personas congregadas frente a la pequeña catedral. "Tengo suerte", pensé, "llego justo para ver alguna festividad local". Cuando me acerqué, la multitud que había visto desde lejos, estaba conformada por mujeres. La mayoría, con niños arropados en pañuelos, vestían polleras y ponchos de colores negro y azul, respectivamente (la foto puede dar una idea de lo que cuento). Entusiasmado me acerqué a preguntar de qué se trataba. La aglomeración no era parte de ninguna ceremonia ni de un acontecimiento folclórico sino ese día era en el que se repartían los subsidios/ayuda que otorga el gobierno a personas de bajo recursos. La vestimenta tenía que ver más con un gusto o una moda, que a otra cosa y estas mujeres hacía más de 4 horas que estaban allí, sentadas o paradas, esperando a aparecer en la lista de los beneficiados.

Después de un pequeño paseo por el pueblo que habrá durado unos 45 minutos escucho una voz, por micrófono, que va nombrando a quienes, hoy, les tocaba cobrar. En medio de las miradas de los turistas, como yo (recordaba lo bizarro que me parecen los turistas europeos cuando sacan fotos las protestas y manifestaciones en el pleno centro de la ciudad de Buenos Aires...) , la gente se acercaba a una mesita en la que recibía un documento que, a su vez, lo habilitaba a ir la banco a recibir el dinero. O bien, sino era su día, se iba a su casa a espera la próxima fecha de pago.

Seguramente en varios pueblos o partidos cercanos a nuestra capital podremos ver estas escenas y palpar, de cerca, el clima humano que implica la situación.

Necesitados y aprovechadores, el área pública y las empresas privadas
Quienes vivimos en la Argentina estamos tristemente habituados a convivir con mecanismos de ayuda del estado hacia los más necesitados que no terminan de ser claros y se derraman "gota a gota" por parientes y amigos de quienes deciden a quien corresponde el dinero, cuyo destino genuino, es aliviar a los que menos tienen. Seguramente pasará en otros países, también. Muchas personas, en nuestro país, viven de los planes asistenciales y hasta reclaman mejoras y actualizaciones por inflación. Se genera, así, una verdadera cultura de la pobreza. Un círculo vicioso difícil de romper que implica clientelismo político y más desigualdad.

Sin embargo no deja de ser cierto que, mientras tratamos de mejorar las condiciones para crear más trabajo y de buena calidad, muchas personas deben ser ayudadas a transitar el camino de una mejor condición de empleabilidad y generación de ingresos, teniendo sus necesidades básicas cubiertas.
No sólo en el área publica o gubernamental tenemos estas dificultades. También en el área privada nos encontramos, casi a diario, tomando decisiones respecto a quién debemos favorecer con determinada promoción o dar un "si" o un "no" ante un pedido.
Y es, en los contextos de crisis y escasez de recursos, cuando la falta de equidad se pone más de manifiesto: los gastos fijos deben reducirse, por dónde empezamos ?, es inminente una revisión de los sueldos por aumento del costo vida, todos se lo merecen?, todos son imprescindibles ?, se produjo una vacante en mi pequeña empresa y mi cuñado está sin trabajo, no debo ofrecérsela a él, que además es de confianza ?

Hace tiempo ya, leí un post en el que un consultor resaltaba el paralelismo entre educar a los propios hijos y gestionar equipos de trabajo. Adhiero a esa postura.
La mejor enseñanza que podemos dar a quienes trabajan con nosotros es la de esforzarnos por mejorar, reconocer los errores, colaborar en el logro de los objetivos y valorar a quienes hacen lo mismo.

Probablemente, detrás del problema de los subsidios/la ayuda/la promoción del crecimiento, se encuentre uno tanto o más dificil de afrontar: el del reconocimiento justo.
He tratado de investigar acerca de la brecha entre los salarios mínimos y máximos en diferentes países y no logro dar con información relevante. Probablemente el gap sea mayor en naciones con menor nivel de desarrollo. Y quienes se beneficien gesten, a su vez, millones de argumentos para seguir sosteniendo este status quo.
No es fácil transformar este círculo vicioso en virtuoso y, en vez de asistir, ayudar a crecer.