Hace unos 15 años, mi esposo de ese entonces se fue a un concierto con un amigo suyo. Al regresar ya bastante entrada la madrugada, mi chico estaba pálido y asustado contándonos lo siguiente.
Cuando salieron del lugar caminaron algunas cuadras, y de repente un señor se detuvo a un lado de ellos para preguntar la hora, era un personaje extraño que traía gabardina hasta los pies y sombrero. Aunque su apariencia se les hizo un poco rara, no les pareció nada sorprendente que alguien se parara para pedir indicaciones ya que mucha gente estaba saliendo en ese momento.
El amigo de mi esposo miró entonces su reloj, eran las 2 de la madrugada, y al ver hacia abajo notó que aquel oscuro hombre tenía patas de animal y una cola; inmediatamente subió la mirada sorprendido y entonces ambos muchachos vieron que la cara del sujeto tenía unos ojos rojos macabros y unos pequeños cuernos. Los dos se asustaron tanto que salieron corriendo lo más rápido posible.
Cuando mi esposo me contó esta historia, sinceramente pensé que era producto de alguna hierba que habían fumado.
Días después visité a mi papá y le conté lo que me habían relatado. Sorprendido, me contó una historia que le había contado mi abuela.
Cuando mi abuela era joven, una amiga suya tuvo una terrible pelea con su mamá una noche, tanto que la muchacha se escapó de su casa. Después de un rato de deambular por las calles, un hombre con gabardina y sombrero se le acercó para preguntarle la hora, ella no desconfió porque lo vio “bien vestido” y entonces miró hacia abajo para ver su reloj, eran las dos de la mañana; fue entonces cuando la chica notó que aquel sujeto tenía patas de cabra y una cola, y al mirarle de nuevo la cara notó unos extraños ojos rojos y cuernos pequeños.
La chica salió corriendo de inmediato a su casa para contarle a su madre lo que había sucedido. Días después se lo contó a mi abuela que tampoco le creyó, pero aun así guardó aquel relato como una anécdota interesante.