Por si algún lector desprevenido creyera que CineMigrante perdió espíritu contestatario a medida que fue destacándose entre los festivales de cine con sede en Buenos Aires, vale recordar que Suely Rolnik es la invitada estrella de la décima edición que termina el domingo próximo. De hecho, buena parte de esta entrega gira en torno a las ideas que la psicoanalista, curadora y docente brasileña desarrolló en su libro más reciente: Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente. Además de las dos charlas que ofreció el fin de semana, la también co-autora de Micropolítica. Cartografía del deseo inspiró una, dos secciones del programa elaborado por Florencia Mazzadi y equipo.
“Mi manera de trabajar tiene que ver con buscar las palabras más comunes, porque son las que tienen más capas de memoria afectiva en nuestros cuerpos” dijo Rolnik en la entrevista que Cecilia Palmeiro y Verónica Gago le hicieron días antes para Página/12. A pesar de las interferencias del portugués en el castellano ocasional de la oradora, la importancia acordada a la cuestión idiomática se reveló de manera muy clara en la primera charla, que la doctora en Filosofía Esther Díaz moderó el viernes pasado en el Centro Cultural San Martín.
La intelectual brasileña subrayó la necesidad de “decir de la manera más precisa posible aquéllo que sofoca, que produce un nudo en la garganta”. Prosiguió luego:
“Cuando ignoramos nuestra capacidad para crear mundos distintos a partir de nuestras actividades cotidianas y de las prácticas vinculares entre cuerpos, no logramos estar a la altura de lo que la vida nos exige y esos nudos en la garganta nos asustan. Para protegernos del supuesto peligro los encapsulamos en el olvido. Por no tenerlos en cuenta, se transforman en nódulos cancerígenos cuyas metástasis se ramifican por nuestro cuerpo, por su campo relacional y como una peste contaminan el cuerpo social”.
La invitada estrella de CineMigrante también comparó la dominación del régimen antropo-falo-ego-logo-céntrico que rige en un Occidente cada vez más globalizado(r) con aquélla que el proxeneta ejerce sobre la prostituta. Se trata de un sometimiento basado en la ilusión de protección permanente. “El hechizo se rompe cuando la mujer se da cuenta de que no existe para el cafisho; entonces ese hombre idealizado, que prometía estabilidad eterna, se convierte en imagen de una miseria humana absoluta”.
Rolnik apela a otro nivel de lucidez, a un “pensamiento ético y estético” dispuesto a desarticular las normas y estereotipos impuestos por la macropolítica y una versión de la micropolítica que ella llama “reactiva” (¿como equivalente a reaccionaria?). El primer paso para desarrollar esta mentalidad consiste en reconocer que nuestro inconsciente también ha sido colonizado, y que hemos dejado de concebirlo como aquéllo que siempre fue y sigue siendo: “una fábrica de mundos, de distintas subjetividades y formas sociales”.
El segundo paso consiste en “tomar esa fábrica” y en mantenerse “a la escucha de los afectos, indicadores de los embriones del futuro” fecundado en nuestro presente. Para Rolnik, asumir una vida política activa (o participar de la micropolítica activa, por oposición a aquélla reactiva) supone crear y asegurar las condiciones favorables para la gestación de un nuevo sistema de valores.
Mientras la macropolítica y la micropolítica reactiva buscan sostener el statu quo, la micropolítica activa busca conservar la vida. En el Centro Cultural San Martín, la intelectual brasileña distinguió el tipo de brújula que nos guía en uno y en otro marco: la brújula es moral en el primer caso y ética en el segundo.
“La brújula moral instala un sistema de valores que interrumpe la germinación de otros mundos”, y que ofrece un equilibrio ilusorio, basado en “la imagen de estabilidad eterna de la Muerte”. De esta manera, el régimen antropo-falo-ego-logo-céntrico crea las condiciones necesarias para que la fábrica inconsciente sólo produzca al servicio del consumo y de la acumulación de capital.