El Desafío de los 30 Días (3ª ed) - Día 6

Publicado el 06 noviembre 2015 por Gica
Pregunta 6: No existe zona habitada, incluso en la actualidad, donde no existan leyendas, cuentos para asustar a los niños o historias de magia fantásticas y maravillosas que nos hacen sentir escalofríos. Highdell no es distinto. Seguro que conoces alguna de sus leyendas. Algo que se susurra tras las puertas, mientras sus narradores y sus oyentes se santiguan a sus dioses. Cuéntanosla.

"Las leyendas son materia para moldear, no hechos para registrar".

La de la Mano en la Pared es una leyenda urbana extraña. Y lo es porque trasciende la propia naturaleza de una leyenda como rumor, como algo que siempre le ha ocurrido al amigo de un amigo, o a un comerciante o viajero que nunca ha regresado después presuntamente de vivirla y contarla. Porque en este caso, de cuando en cuando, si se puede encontrar a quien haya presenciado el hecho misterioso. Testigos, nunca mejor dicho, de primera mano.

En ocasiones, un visitante que se haya extraviado por las callejuelas de Highdell, mientras miraba a su alrededor tratando de encontrar alguna referencia visual para poder orientarse de nuevo, se ha topado con la chocante visión de una mano que, aparentemente, surge desde una pared cercana y que le indica, con un sencillo ademán - señalando con un dedo -, la dirección que debe seguir para llegar a su destino. No debe sorprender saber que la mayoría de los que presencian éste portento se sobresaltan hasta tal punto que no esperan a comprobar cómo o por qué se encuentra esa mano en tal lugar, sino que se alejan presas del espanto de tan inverosímil aparición. Sin embargo, si terminan por seguir la dirección que la mano les señala, acaban encontrando efectivamente el camino correcto. Cuando finalmente llegan su destino y cuentan lo sucedido a los locales, estos intentan tranquilizarlos con palabras serenas y algo de bebida para hacerle olvidar el mal trago con otro mejor.

No son únicamente los forasteros quienes ven la mano, y de ahí la tensa calma de la que hacen gala los lugareños cada vez que se airea un nuevo avistamiento. Entre los habitantes de Highdell circulan varias historias al respecto. Algunos cuentan como una noche, mientras estaban siendo asaltados por un ladrón callejero, surgió una mano de una pared cercana que asustó y retuvo al agresor el tiempo suficiente para que pudieran escapar. Otros han visto cómo la mano señalaba a veces a una persona o un lugar, incapaces de comprender el mensaje que quiere transmitirles. Se cuentan también una o dos historias que relatan cómo una de esas manos provocó un accidente volcando unas cajas sobre un carro o desmontando a un jinete con un pescozón, e incluso existe una crónica, registrada en uno de los volúmenes del Mellizo Gris y escrita de puño y letra de un testigo directo, sobre la muerte de una baronesa que fue estrangulada ante varios viandantes que observaron paralizados cómo esta era cogida del cuello por dos manos que surgían de la piedra del arco bajo el cual estaba pasando junto a su criado. Esta última ha sido, junto con otra, la única ocasión en la que se afirma que aparecieron dos manos en lugar de una.

Quienes cuentan todas esas historias, unas más creíbles que otras, suelen coincidir sin embargo e indefectiblemente en los detalles. La mano es la de un varón humano, ni muy jóven ni muy anciano, con un color sano e incluso bronceado. No es la mano ruda y áspera de un campesino o un obrero, ni tampoco una mano acostumbrada a portar un arma, sino más bien como la de un erudito o un monje, de uñas limpias y palmas tersas. Brota desde la pared hasta un poco más allá de la muñeca, llegándose a apreciar el puño de una prenda que parece tomar el color de la piedra de la que aparece. En ningún caso los testigos llegan nunca a ver cómo la mano surge o desaparece del muro. Simplemente, durante un instante, está ahí ante sus ojos; tras un parpadeo, desaparece.