El desafío del cinéfilo, de Richard T. Kelly (edición)

Publicado el 08 marzo 2011 por José Angel Barrueco

Esta es la continuación de Sólo para cinéfilos, de modo que no hay mucho más que añadir. Reproduzco un par de ejemplos. El de Nick Cave en la lista sobre grandes interpretaciones de estrellas de la música:
9. Nick Cave en el papel de Maynard en Ghosts… of the Civil Dead (Australia 1998, dir. John Hillocat)
Se conocieron cuando Hillcoat dirigió una serie de videoclips de Cave, pero este brutal drama carcelario marcó la primera colaboración para el cine del dúo australiano. Coescrita por Cave, esta obra intransigente incluyó su primera y mejor interpretación de personaje en el papel de Maynard, un recluso psicópata. Tras desplegarse en flashback para detallar los sucesos que requirieron un aislamiento después de que los presos se rebelaran contra el régimen sádico de la institución, la película hace pocas concesiones a la comercialidad y se niega a adoptar un carácter totalmente compasivo. La lúgubre fotografía acentúa aún más la vena nihilista. Desprovisto de su característica melena de cuervo negro, Cave vehicula con efectividad la sensación de que Maynard es una de las últimas personas de la tierra con las que le gustaría a uno que le metieran en una celda. Hillcoat y Cave han colaborado en ocasiones posteriores, sobre todo en el aclamado western rodado en la zona austral
The Proposition (2005). Desgraciadamente, Cave no salía en pantalla.
Y el de Grupo salvaje en la lista de los mejores finales de película:
1. Grupo salvaje (The Wild Bunch. EE.UU. 1969, dir. Sam Peckinpah)
Una película entera sobre finales: los forajidos envejecidos de Peckinpah, escapados al México de 1913, han llegado al final, y han sucumbido en un tiroteo salvaje y apocalíptico (en sí un asombroso nuevo hito en la violencia cinematográfica). Robert Ryan le ha sacado el arma de la pistolera a su amigo William Holden por última vez, y se sienta a la puerta de la fortaleza destrozada. Edmond O’Brien, el otro único superviviente, le dice que solo queda una pelea más: la revolución mexicana. “No es como era antes –sonríe– pero lo haré”. No les importa la causa, solo quieren seguir en movimiento. Mientras los dos hombres se van a caballo, riéndose juntos, Peckinpah hace una cosa sorprendente: elide sus carcajadas en un montaje de los integrantes fallecidos del grupo –Holden, Ernest Borgnine, Warren Oates, Ben Johnson, Jaime Sánchez– cuyos rostros sonrientes aparecen y desaparecen a los sones del estribillo lacrimoso de “La golondrina”. Paul Schrader lo definió como “una de las reacciones con más fuerza emocional de cualquier película”, y son palabras de un guionista cuyo fuerte son las reacciones emocionales. Pasar de una matanza horrible a este conmovedor homenaje elegíaco a los asesinos es una transición que, en mi opinión, solo podía conseguir Peckinpah. Es una gran final para una de las mejores películas estadounidenses.
[Traducción de Joan Sardá]