Entre sus fechorías destaca la enorme subida de votos que ha experimentado BILDU, el partido heredero del terrorismo etarra. Tres de cada cuatro vascos ya es independentista y Pedro Sánchez es el principal culpable de esa catástrofe por haber blanqueado a los herederos del terrorismo y convertirlos en aliados de su gobierno.
Las traiciones del PSOE y la torpeza cobarde del PP han logrado que España y la Constitución casi desaparezcan del País Vasco. El voto de los pro etarras ha crecido brutalmente y todo indica que el poder vasco pronto estará en manos de los que admiran y veneran el viejo tiro en la nuca.
El balance de Sánchez en el poder permite calificarlo claramente como el peor enemigo de España.
El sanchismo va de derrota en derrota y sólo consigue pequeños avances en los territorios hostiles, como el País Vasco, donde ha subido ligeramente, de 10 a 12 escaños, después de derrotas humillantes en el resto de España, donde ha perdido el poder en Andalucía, Valencia y casi todas las regiones restantes.
El sanchismo es un flagelo que cada día hunde un poco más a España, fechoría terrible que realiza con el apoyo de la izquierda española, que le acompaña en la siembra de ruptura, corrupción, abuso de poder, odio, rencores y un sinfín de errores y retrocesos.
Las elecciones vascas no han proporcionado ni una sola noticia positiva, salvo la desaparición de Podemos, agonizante reducto de radicales de extrema izquierda. VOX, que tenía que haber recogido los votos de los que aman de verdad a España, mantiene su escuálido escaño, mientras que crecen los hijos del terror (BILDU) y los dos partidos que son los principales culpables del desastre español (PSOE y PP).
Francisco Rubiales