Muchas veces hacemos planes y estos se ven postergados por una simple gripe o cualquier otra enfermedad. En el caso de la autora, Begoña Huertas, esta enfermedad fue un cáncer de colon que la obligó, prácticamente de un día para otro, a tener que someterse a varias intervenciones quirúrgicas y a sesiones de quimioterapia. Todo quedó aplazado o suspendido en el aire. Tuvo que dejar incluso el trabajo de documentación del libro que estaba escribiendo para empezar un diario donde dejar constancia por escrito de sus pensamientos y para intentar dar coherencia a lo que pasaba por su cabeza.El desconcierto(Editorial :_Rata) persigue, por tanto, un doble objetivo. Con este libro, la narradora enferma busca usar la literatura como instrumento para arrojar luz en las tinieblas. Hay veces que las situaciones a las que nos enfrentamos como seres humanos son tan tremendas, que sólo nos queda la palabra para intentar comprenderlas. Hace poco, al reseñar El duelo es esa cosa con alas, de Max Porter, publicado también por esta editorial, decíamos que la poesía era la única que podía explicar la muerte. En este caso, la literatura también nos sirve para ahondar en la enfermedad. En segundo lugar, Begoña Huertas hace un reflexión sobre la literatura de la enfermedad o más bien sobre la carencia de ella. Resulta paradójico que, siendo como es la enfermedad nuestro estado casi natural, capaz de alterarnos hasta en su forma más nimia, no entre en el terreno de la ficción. Hay algunos honrosos ejemplos, como La montaña mágica de Thomas Mann, pero, en general, la literatura sobre la enfermedad queda circunscrita al terreno del ensayo. Son muchos los escritos sobre la locura o la enfermedad mental de diferentes autores, pero, a la hora de la verdad, los síntomas físicos son dejados aparte.
Por todo ello, El desconcierto es un libro profundamente vital y valiente, que reflexiona sobre la condición de la autora de enferma y cuenta, con todo lujo de detalles, pero sin caer en la sensiblería ni en el tópico, lo que es transcurrir por una enfermedad. Con toda su crudeza, pero también con todo el peso catártico que conlleva.