El desequilibro perfecto

Por Aletaubas

Se dice que los hombres somos muy poco selectivos con las mujeres. Que nos gustan todas, o casi todas. También se sabe que un buen par de tetas y/o un buen culo nos vuelve primitivos y babosos.

A su vez ellas hacen cada vez más gimnasias para fomentar el cuerpo y no tanto la salud, visitan más y más a los cirujanos plásticos y cuando llega el verano, lucen sus mejores terminaciones, plenas de un bronceado prohibido por cualquier dermatólogo.

Ellos son superficiales y fáciles, ellas no, pero lo fomentan. Medio raro, ¿no?

Cuándo un hombre se ríe de un frase como “La mujer perfecta es la que cuando terminás de hacer el amor se transforma en una pizza”, ¿qué creen que significa?

Al hombre no le gusta más mujeres de lo que a la mujer le gusta algunos hombres, la diferencia está en lo que ambos géneros hacen con aquellos que NO le gustan.

De cada 10 hombres a una mujer le puede gustar 1 o capaz hasta ninguno. De cada 10 mujeres en cambio, a un hombre le puede gustar 1 o capaz ninguna, sin embargo, puede tener relaciones sexuales con 8, 9 o 10 depende el momento.

La diferencia no está en a quien elegís para compartir tu vida, sino que haces con quien no elegís para ni siquiera un café.

Lamentablemente el género masculino lidia con una pulsión sexual mucho más intensa que la mujer, factor por el cual desagrupa la atracción sexual de la atracción emocional.

Muchas mujeres dirán que no es así, que no todos los hombres son iguales, que debemos controlarnos porque no somos animales y bla, claramente porque no experimentan la sensación.

Pedirle a un hombre que no reaccione a una vaga atracción física es igual de difícil que pedirle a una mujer que controle su estado de excesiva sensibilidad cuando ocurre al menos una vez por mes.

Además no está mal que así sea. Tendemos a poner preconceptos del bien y mal por sobre lo que somos o lo que hacemos naturalmente todos los días. Si de alguna forma nos hemos constituido de esta manera, si en definitiva, esto es lo que hacemos diariamente, que reconfortante sería que representara algo bueno y no algo malo.

No está mal que los hombres acepten tener relaciones con una gran variedad de mujeres, simplemente hay que lidiar con ello si no es lo que más nos gusta. Mismo ejemplo para los estados emocionales de las mujeres, capaz no sea lo que más nos agrada, pero hay que aceptarlo.

Por otro lado no sé si habrán notado que dije “lamentablemente”. No saben lo fácil que serían muchas cosas si la atracción femenina fuera mucho menos intensa de lo que es.

Las horas de diálogo que nos ahorraríamos entre hombres, la concentración que lograríamos en nuestro lugar de trabajo, lo fácil que sería caminar en la calle en verano, ni que hablar en la playa, etc.

Es una sensación tan molesta como mirar un chocolate que no podes llevar a tu boca. Y al ser “chocolate” y nada “más”, una vez que lo comiste, desaparece el encanto, como lamentablemente ocurre 9 de cada 10 veces.

Pero, ¿qué pasaría si el hombre decidiera tener sexo solamente con quien realmente le gusta? La primera consecuencia que se me ocurre es que habría menos sexo para todos.

Imaginen si solo tuviéramos sexo cuando AMBOS tienen al menos la posibilidad de enamorarse, ¿cuántas camas borraríamos de nuestra memoria? ¿Cuántas veces una mujer tiene relaciones con un hombre a pesar de saber que él no está enamorado y sin embargo accede o hasta propone pasar un buen rato?

¿O qué pasaría si continuamos con este patrón cultural que no solo estimula al hombre a vivir cada vez más en relaciones netamente superficiales, sino que además comienza a formar en la mujer sentimientos de grandeza y liberación cuando expresa con total orgullo que ella también puede tener sexo casual.

Las diferencias entre los géneros alientan las chances de "encontrar". La búsqueda constante en el hombre de tener sexo, le permite a la selectividad de la mujer, hallar su compañero ideal. La pérdida de esta condición, amenazaría seriamente a las parejas, como lo está haciendo.

Vivir una vida cada vez más unisex, no me parece que sea lo mejor, ya que continuamos perdiendo la posibilidad de formar uniones con roles complementarios; sino miren lo que paso cuando ellas pensaron que si tenían el derecho a trabajar, iban a ser mucho más ¡libres!

Trabajemos sobre y fomentando las diferencias, no perdamos lo más rico de relacionarnos.