Debería existir una palabra para denominar ese breve período que sigue al despertar, cuando la mente está llena de la nada cálida y rosada. Uno permanece allí, acostado, libre de todo pensamiento, salvo por la creciente sospecha de que hacia uno se dirigen, como un guantazo recibido en plena noche en un callejón, todos los recuerdos de los que uno preferiría prescindir, y que se reducen al hecho de que el único factor mitigante de nuestro horrible futuro es la certeza de que será brevísimo.
Mort, Terry Pratchett