En el supermercado existen productos que cada cierto periodo de tiempo cambian de etiquetado, anuncian nuevos ingredientes y con frases rimbombantes nos convencen que es el nuevo y mejorado producto que tanto uno quiere y ama. Pues es prácticamente lo que le sucedió al tan anunciado séptimo episodio de nuestra tan amada saga de Star Wars.
No me lo tomen a mal, me gustó la película y la mayoría está de acuerdo, solo que es difícil de expresar decepción o mucho menos una pizca de crítica a lo que dices querer hasta los huesos. Todos siguen con la fiebre de Star Wars y no seré el Grinch que les arruine Navidad, pero seré el grillo a lado del hombro murmurando que nos dieron lo mismo, pero con diferente empaquetado. Podremos incendiar las desgraciadas precuelas y con justa razón, lo que no se puede negar es que por lo menos George Lucas intento narrar una historia muy diferente a sus antecesoras. Al parecer Disney compró la fórmula y en vez de utilizar los ingredientes para crear algo nuevo, prefirió guardar su inversión y agrégale 10% de Han Solo, una pizca de Leia, un director famoso por reciclar historias, actores carismáticos, y ¡listo!!! Billones de dólares en pre-ventas.
Lo que es imposible de negar es el amor del director JJ Abrams por esta saga, porque es notable cada momento tan detallado y visualmente muy afín a todas la películas. Si puedo quejarme de algo, es que hubo instantes en que pudo haberse tomado su tiempo. Más sin embargo, es bien conocido que el hombre sufre de déficit de atención y le gusta todo rápido y furioso. Por supuesto, que la mayoría ni lo ha de notar, porque digamos que está acorde a los tiempos donde no puedes tener una escena tranquila para mirar el paisaje, o por lo menos pensar. ¡Esa es la palabra!
La mayor sorpresa llega al inicio con la intensidad de la violencia que se nos presenta. Era conocida la brutalidad del Imperio, más no visualmente tan estimulante. Abrams no tiene temor, y en parte celebro la valentía para establecer un villano que no se tienta el corazón con tal de lograr sus objetivos. Es solo que de nuevo lo acelera todo. ¡Por Dios! ¡Se acaba de morir una persona! Hay que darle la seriedad que eso implica. El colmo llega cuando millones de personas mueren en un evento de luz y sonido gracias a los nuevos gobernantes de la galaxia, para luego desvanecer el impacto como la transición de escena a la que estamos acostumbrados. Pequeños detalles, por supuesto.
Si tan solo se hubieran salido del modelo establecido, esta sería una película para recordar, porque JJ Abrams tiene calibrado el sentimiento de Star Wars y cuando vira a lo desconocido como lo hizo en un enfrentamiento clave que ocurre a la mitad de la película, literalmente logra que se me salieran lágrimas de alegría. Claro que son las mismas batallas de siempre, solo que existe innovación en como se presenta, y por fin, después de tanto tiempo se logra la unión de lo mejor tiene que ofrecer la saga con una perfecta armonía entre la nostalgia y lo nuevo que jamás esperaba volver a sentir.
Pero el libreto de JJ Abrams y el tan celebrado por ‘El Imperio Contraataca’, Lawrence Kasdan, resulta ser uno para olvidar. Por más que nos recuerde buenos tiempos, muchas de las escenas las hemos visto antes y prefiero ver Episodio IV con todo y su baja definición, donde es más apropiado y no como el compendio de los mejores éxitos. Porque prácticamente en eso se traduce esta película. Es cierto que Kasdan participa y se nota su mano en diálogos entre los protagonistas cuando están involucrados en situaciones extremas, pero hasta ahí, porque no se salen del mismo esquema establecido, más que algunas escenas donde hay flexibilidad y le otorga un necesitado aire de frescura.
Siguiendo la pauta de los anteriores filmes, se entiende que existan dudas sobre ciertos parentescos o hasta la vida de los habitantes de la galaxia lejana después de tanto tiempo, y solo se salva porque tiene dos películas más para rellenar los huecos del tamaño de una Neo-Estrella de la Muerte. Pero esta vez, hay instantes que en verdad parece una telenovela de Televisa, de esas que sabes desde el primer episodio el parentesco secreto del protagonista y tienes que esperar seis meses para que se revele la verdad, o en este caso dos años. Ahora entiendo porque los trailers no revelaban detalles, si todo lo puedes adivinar con una escena.
No hay duda que el elenco es el principal valor de la película. Me cae que si tienen la capacidad para lograr crear un grupo de personajes con actores jóvenes, multiétnicos, carismáticos y talentoso; por lo menos le hubieran puesto materia gris en narrar una historia algo diferente. De los actores de sangre y hueso no tienes alguno que arruine la experiencia, aún hasta con Kylo Ren (Adam Driver), quien aprendes a querer aún con sus complejos de inferioridad.
De quien no hay duda que se anotaron un jonrón es con el nuevo rostro de la fuerza: Rey (Daisy Ridley). Cada instante que esta en escena resulta ser cautivante aunque sea para escuchar otro pedazo de diálogo con Finn (John Boyega), o poner una cara de que pedo. Hasta para eso se necesita tener un don que no fácilmente logras encontrar. Sus parentescos podrán ser predecibles, pero al menos logra ese aire de nostalgia y seguridad de que queremos ver sus aventuras en el futuro. Y creo que es lo más importante.
Para legitimar un séptimo capítulo se logra el reencuentro de los rostros que hicieron de Star Wars un rotundo éxito. Quien más aporta con minutos en pantalla es Han Solo (Harrison Ford), quien por supuesto convencieron con el argumento de recordar viejas glorias. ¡Jajajajajaja! Eso y porque tuvieron que ceder una buena parte de los ingresos de película. Pero lo interesante es lo que hacen con su personaje, que al igual que todos, esta envuelto en misterio.
Miren, entiendo lo vital que es Han Solo para Star Wars y para esta película, porque de lo contrario no existe importancia para justificar el capítulo. Por más que nos ofrezcan nuevos héroes a seguir, más batallas o luchas en sable, quienes siguen siendo el corazón de la saga son la vieja guardia, y eso incluye a Solo. Sin entrar en detalles, las escenas claves en donde se encuentra son de lo mejor y a la vez lo peor porque Kylo Ren lo arruina todo, en parte por el libreto que no explica detalles y en parte otra vez porque se plagian escenas donde es obligatorio caer a una fosa del infinito.
Episodio VII es una oportunidad perdida porque a pesar de contar con elementos sólidos para valerse por si misma en una historia original, la inseguridad ofrece una película relleno. Si, es innegable que logra con éxito introducir nuevos rostros, pero todo esta envuelto en lo más anticuado con la batalla obligatoria que su contribución es la de aumentar el factor de efectos y minutos. Si la decisión era recrear, al menos que sea para obtener otro resultado que impulse la historia a nuevos lados de la galaxia, pero se retracta, terminamos en lo mismo, y hace ver a los villanos como unos ineptos en su estrategia de gobernar.
No hay debate en que lugar cabe Episodio VII dentro de la saga, la respuesta es fácil: esta por arriba de las precuelas, pero inferior a la primera trilogía. Por más que quieras modernizar, nuevos juguetes, otros lugares, personajes, mejores efectos; nada se compara y hasta ofende reutilizar los mismos trucos de siempre porque se ve que no hay ideas. Lo que si existe es talento para reproducir el alma de Star Wars y es por eso que el filme es justamente celebrado por los fans, y por lo tanto se salva del fracaso un Disney productor tan conservador y pichicato.
Aún con todo lo que he explicado, este filme no deja de ser de lo más entretenido, divertido y nostálgico del año. Con todos sus pecados, es una obra que será aceptada por ser el reinicio de una saga que se creía perdida. Lo más esperanzador es que existe la intención de volver al alma o por lo menos recrear el sentimiento que nos inspiró a querer Star Wars, y por eso debemos de estar agradecidos. Les aclaro que esta no es una crítica pesimista y espero, de verdad lo espero, que la secuela a venir nos demuestre que vale la pena continuar las aventuras de Luke y compañía.