En este sentido, poco esperábamos de "El destino de Júpiter". Aunque si somos completamente sinceros, considerábamos que habrían aprendido la lección de la pretenciosa "El atlas de las nubes" y que por una vez simplificarían la trama. Pero no... los Wachowski reaparecen asumiendo (como de costumbre) la triple faceta de productores, guionistas y directores, para ofrecernos otra trama superficialmente complicada y enrevesada, adornada de excesos digitales que más que sumar, restan lógica a la propia historia.
Así contado no parece complicado pero una vez puesto en escena, el guión y la sucesión de hechos dejan mucho que desear. La trama nos deja un mal sabor de boca con una historia que no ahonda en los personajes, deja lagunas importantes y se centra en los aspectos más superfluos. En ningún momento llegamos a entender el uso de demasiadas frases grandilocuentes que después no tienen desarrollo. Como ya es habitual en las películas de los Wachowski, vuelven a buscar el sentido de la vida humana, pero también vuelven a fracasar en su planteamiento.
Hemos de reconocer que los efectos especiales son foco de atención y atracción durante los primeros minutos de la película. Sin embargo, su exagerada reiteración acaba mareando considerablemente y más, si has escogido para el visionado la proyección 3D. Después de haber visto esta cinta, no puedo más que reiterarme en que no me gusta el formato en tres dimensiones.
Y como va la cosa de refranes, dicen que "en el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey" y en este caso, el único gobernante que encontramos en cuanto a interpretaciones se refiere es Eddie Redmayne. Puede que sea por demérito de sus compañeros protagonistas, pero sólo él consigue despertarnos cierto interés.
Entre tanto caos, los Wachowski y yo sí coincidimos en algo. Como bien dicen en la película: "el tiempo, es el bien más preciado del universo" así que entenderéis que mi recomendación sea que no perdáis el vuestro con "El destino de Júpiter".