Hacía algo más de un año que no visitaba el Monasterio de Bonaval y lo hice el pasado 3 de diciembre. He sentido indignación, rabia y vergüenza por su lamentable estado, que se va deteriorando a gran velocidad.
Sobre todo cuando oigo a los políticos llenarse la boca de grandes planes de restauración, valorados y aprobados hace unos meses (200.000.-euros) pero que no se traducen en nada concreto…de momento. La intervención del 2.015 limpió el entorno de maleza, arregló la valla,.. y poco más.
Y está siendo urgente que se eliminen arbustos, pastos y maleza de tejados y muros (hasta una higuera hay) que supone un sobrepeso en la delicada estructura del edificio. Además las raíces penetran entre sillares y generan grietas. En pocos años este monasterio atípico y singular se perderá para siempre.
No es momento de analizar como se llegó a la situación actual y/o lamentarse por ello. Es tiempo de actuar y con urgencia… O no habrá nada que restaurar. Hoy más que nunca… ¡SOS Bonaval!
Lar-ami
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