‘El día antes de la revolución’

Publicado el 01 septiembre 2017 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda


¿Dónde viven los personajes de un escritor antes de habitar poemas, cuentos, novelas? En ese rincón mágico durmió Odo hasta que dejó de ser un nombre. Cuando despertó, Ursula K. Le Guin ya había escrito su futuro. Antes de tener un cuerpo de palabras, Odo fue un mito transmitido durante generaciones de personajes de tinta y papel. ¡Había dado nombre a una sociedad entera! Los odonianos, los protagonistas de Los desposeídos’, viven de acuerdo a los principios de esta mujer que dedicó toda su vida a luchar por un mundo mejor. El odonianismo es el anarquismo – escribe Ursula K. Le Guin en la introducción a ‘El día de la revolución’- . No aquello de las bombas en los bolsillos, que es terrorismo, independientemente del nombre con el que trate de dignificarse”. Un anarquismo pacifista como el que impulsó Paul Goodman, el sociólogo estadounidense al que Le Guin dedica este relato.

Odo despierta una mañana sin fecha, atrapada en un cuerpo que ya no funciona. A la anciana le cuesta reconocer su rostro arrugado, sus pies machacados. Con maestría, Ursula K. Le Guin logra que Odo descubramos su cuerpo al mismo tiempo que ella. “Los jóvenes iban por los pasillos de la Casa con la más adecuada impudicia; no obstante, ella era demasiado vieja para eso. No quería que su cuerpo amargara el desayuno de algún jovenzuelo. Además, ellos habían crecido con el principio de la libertad de atuendo y de sexo y todo lo demás, pero ella no. Lo único que se había hecho había sido inventarlo. Y no es lo mismo”. La Casa es una comuna que ocupa la antigua sede de un banco (una ocupación auténtica, no como ésta). Las cajas fuertes que atesoraban dinero y joyas guardan ahora sacos de harina y barriles de sidra elaborada en la Casa. La revolución aún no ha triunfado, pero está a punto de hacerlo. En las calles se ve cada vez más su símbolo, el círculo que los revolucionarios hacen uniendo pulgares e índices.

Un día antes de la revolución’ ocupa un puñado de páginas, pero a Ursula K. Le Guin le bastan para contarnos la vida de Odo, su lucha agotadora, su rechazo a un mundo deshumanizado. Siempre habría pobreza, basura y crueldad. Ella nunca había pretendido estar cambiando la condición humana (…) Toda vez que la gente tuviera la libertad de elección, si decidían beber veneno y vivir en las cloacas, era asunto suyo”. Pocos personajes literarios me han parecido tan reales como esta anciana, desconcertada tras sufrir un derrame cerebral que le ha robado su gran arma: el dominio del lenguaje. Hace ya muchos años que Le Guin superó la edad de su personaje, aunque el retrato de Odo de Arnal Ballester – el ilustrador de esta preciosa edición de Nórdica – se parece mucho a la imagen que tiene hoy la escritora estadounidense. El pelo canoso, cortado como si fuera un chico de los años treinta del siglo pasado – ¡como ‘Scout’, la hija de Atticus Finch en Matar a un ruiseñor! -, el rostro surcado de las arrugas creadas por una larga vida llena de vidas. “Lo que hace única a Le Guin es la magnitud y complejidad de su mirada: a esta mujer le cabe literalmente el Cosmos en la cabeza”, escribe Rosa Montero en este artículo en el que reivindica a Le Guin como una de las mejores escritoras actuales.

Ocultas en los estantes de Ciencia Ficción de las librerías, las historias de Le Guin, llenas de extraña belleza, sentimientos delicados como hebras de plata, sueños y advertencias”, son desconocidas para demasiada gente. Yo la descubrí por casualidad hace 15 años, cuando el azar llevó a mi casa una caja llena de libros recién editados por Minotauro. Allí, junto a Solaris’ de Lem, Ciudad’ de Simak y Los mercaderes del espacio’ de Kornbluth y Pohl – tres libros fantásticos -,  estaba La mano izquierda de la oscuridad’, una de las mejores novelas que he leído. La leí, la presté y nunca me la devolvieron. Volví a comprarla en una cuidada edición que hoy está agotada y que lleva demasiado tiempo esperando que vuelva a descubrirla. Al fin y al cabo, como cuenta Ursula K. Le Guin a Jacinto Antón en esta gran entrevista, lo que leímos hace 10 años es ahora un libro nuevo, diferente”. Estoy seguro de que aún mejor que el que leí.

‘El día antes de la revolución’. Ursula K. Le Guin. Nórdica. Madrid, 2017. 64 páginas, 18 euros.

‘Los mundos de Ursula K. Le Guin: ‘Los desposeídos’, ‘El nombre del mundo es bosque’ y ‘La mano izquierda de la oscuridad’. Minotauro. Barcelona, 2008. 832 páginas, 29,90 euros.


Archivado en: Ilustrados Tagged: Arnal Ballester Nórdica El día antes de la revolución, Atticus Finch hija Scout Matar a un ruiseñor, Jacinto Antón Ursula K. Le Guin entrevista, Rosa Montero Ursula K. Le Guin, Ursula K. Le Guin anarquismo, Ursula K. Le Guin Arnal Ballester, Ursula K. Le Guin El día antes de la revolución, Ursula K. Le Guin la mano izquierda de la oscuridad, Ursula K. Le Guin los desposeídos, Ursula K. Le Guin Odo, Ursula K. Le Guin odonianismo, Ursula K. Le Guin Paul Goodman