El día de la Marmota.

Por Carola
  Sí, todos los días eran domingo. Fuimos el último coche en desembarcar del barco en el puerto de La Estaca en El Hierro y desde allí tomamos ruta atravesando toda la isla rumbo al pueblo costero de La Restinga. Las vistas nos parecían nuevas, encantadoras  pero siempre solos, no había más coches que nosotros atravesando El Pinar y su pueblo. Tal ves, por ser domingo, la gente descansa y no salen de sus casas como suele pasar en los pueblos de Tenerife cuando salimos de paseo pero ¡Era martes! ¿Dónde estaban todos? El día estaba precioso, un cielo azul, sin nubes y calor, mucho calor hasta estar   a unos tres kilómetros del remoto pueblo de La Restinga donde pega unos vientos huracanados que mejor salir sin sombrero.  Y pensé, "La gente no saldrá de sus casas a esta hora, lo harán a final de la tarde que ya no pica tanto el sol"., pero todo continuaba igual. Además, llegamos alrededor de las dos de la tarde y el supermercado estaba cerrado acentuando la sensación de estar en día de descanso. Me sorprendió ver a las seis que estaba abierto pero ¡Claro, que es martes!. No me quitaba esa sensación de la cabeza y así estuve toda la semana, como El día de la Marmota, un permanente domingo. Nos recorrimos toda la isla conociendo todo lugar de interés y fascinados con tanta belleza y sosiego. En las noches sentías una paz, sentada en la terraza, tomando un café y disfrutando de la compañía de tu marido que, para ser honesta,  casi se subía por las paredes porque no llevamos el código para acceder a internet y no había señal en la tele, creemos porque la antena del tejado estaba en malas condiciones por los fuertes vientos. Aún así nos la pasamos excelente, él retocando las fotografías que tomaba a diario en los paseos, los niños jugando con un ipad, tomando largos paseos por el pueblo con Orio y disfrutando la noche del miércoles de un cielo despejado y lleno de estrellas. Y aunque parezca insólito, dormimos todas las noches con mantas de lana, ¡En verano!., que vaya frío que pegaba.

Faro de Orchilla.- Aviso de ganado en la vía. Seda el paso.
Puerto La Restinga.- Escultura "Te Esperaré Siempre".


  Ver la curva del golfo con tanta claridad, tal como lo ves en los mapas y esos pedruscos enormes impacta sobremanera, el puerto más hermoso que he visto en La Restinga, el hotel más pequeño del mundo, recorrer el túnel de casi tres kilómetros que de bajada da yuyu porque tienes que estar frenando constantemente sino el coche cogía mucha velocidad, buscar hasta encontrar aquella escultura posada en la entrada del túnel , obra hecha por Julio Nieto "Te Esperaré Siempre", una autentica belleza, atravesar el túnel de un sólo sentido que te lleva a Las Playas, conocer el Faro de Orchilla, el faro del fin del mundo y el monumento al antiguo Meridiano Cero...Hubo una ruta que no pudimos recorrer porque estaba cerrada por aviso de altas temperaturas por calima y riesgo de incendio y allí estaban los bomberos y equipos de rescate protegiendo las veinticuatro horas El Pinar, así que lo rodeábamos para no perdernos nada de la visita. Y es que todo era hermoso y tanta paz que al regresar en barco a casa a medianoche, esta vez sí el domingo, observabas tanta luz en las costa sur de Tenerife, y al bajar y entrar de nuevo en sus calles lo ves lleno de gente disfrutando de la noche y tráfico, mucho coche, taxis, que sentías que necesitabas volver a aquella paz que dejaste atrás.

El Golfo. Vista desde Arenas Blancas.  
Hotel Punta Grande, el más pequeño del mundo.
Sabina.
Roque de La Bonanza. Las Playas.


  Toda la isla está llena de higos silvestres y paramos en una carretera a coger las maduras que pude encontrar, tanto que quedamos empachados de tanto comer. Hasta Orio comió varios higos de regreso a casa. Y quién diría que Orio es un perro que le gusta los higos.   Maravilloso y agotador viaje. Si sueñas con descansar, lejos del mundanal ruido, del tráfico, disfrutar de un permanente domingo te recomiendo que vayas a El Hierro, la isla del fin del mundo.

Higos Silvestres.