El Día de la Marmota

Por Jmbigas @jmbigas
Este 2 de Febrero es la Candelaria, que marca la equidistancia entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera. El punto medio de la estación invernal.

Dice un refrán catalán lo siguiente:
Quan la Candelera plora, el fred és fora; quan la Candelera riu, el fred és viu; però tant si riu com si plora, mig hivern fora


En una traducción libre, podríamos decir que: Cuando la Candelaria llora, el frío está fuera; cuando la Candelaria ríe, el frío está vivo; pero tanto si ríe como si llora, medio invierno fuera.
Por cierto, Candelaria es también un municipio de la isla de Tenerife.

(Fuente: editando)

Hoy se celebra en la Norteamérica rural el Día de la Marmota, en que, dependiendo del comportamiento de una marmota al salir de su madriguera, se predice si la primavera se va a avanzar, o tendremos un invierno largo. La más famosa es la que se celebra en el pueblo de Punxsutawney (Pennsylvania), que fue inmortalizada en la película Groundhog Day (Atrapado en el Tiempo) (1993) dirigida por Harold Ramis y protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell. En ella, un reportero que cubre esa celebración, se ve condenado a repetir la misma jornada una y otra vez, lo que genera giros muy interesantes en el guión. Popularmente, la expresión Día de la Marmota tiende a tener el significado asociado a esa película: una situación que se repite cansinamente una y otra vez, sin modificaciones ni evoluciones aparentes. Curiosamente, muchas de las cosas que rodean nuestra vida cotidiana nos sugieren al Día de la Marmota. Y a su segunda interpretación: que es una insensatez esperar obtener un resultado diferente haciendo siempre lo mismo. Hay cosas (y personas) que resultan graciosas en pequeñas dosis. Pero su reiteración acaba resultando estomagante. En política estamos asistiendo a nuestro particular Día de la Marmota. La segunda ronda de contactos de los líderes de las diversas formaciones con el Rey parece producirse en circunstancias prácticamente idénticas a la de hace un par de semanas, sin avances de ningún tipo. En resumen, sin que hayan hecho los deberes. Sólo espero que el Rey tome, esta vez, una decisión diferente, para salir de un bucle que podría ser infinito. Ya es hora de que los líderes, especialmente Rajoy y Sánchez, salgan de su tacticismo y dontancredismo, y empiecen a hacer los deberes que les hemos dado los ciudadanos en las urnas. Hasta ahora nunca había habido problemas de este tipo, porque la situación que dejaban las urnas era bastante clara, con un partido claramente destacado, con mayoría absoluta o muy próxima, y no había dudas sobre quién debía asumir la investidura. Pero tras la espantada de Rajoy en la primera ronda, poniéndose de perfil para que se estrelle el siguiente, esta ocasión es diferente de todas las anteriores. Esta vez, me parece que el Rey debe asumir sus funciones de Jefe del Estado y poner firmes a los diversos líderes, forzándoles a que hagan sus deberes, a que lleven adelante las pertinentes negociaciones hasta el final, para validar si sus respectivos proyectos políticos tienen buenas posibilidades de superar una investidura. Desde mi punto de vista, si yo fuera el Rey (que ya me gustaría, ya) abriría formalmente un período de negociación política (de un par de semanas), y citaría a los líderes a una nueva ronda con todas las posibilidades exploradas a conciencia.

Los cuatro líderes políticos, sumidos en la inacción.
(Fuente: elperiodico)

En esa potencial tercera ronda, podrían darse varios casos. Si ningún líder consiguiera los apoyos necesarios, estaríamos abocados a nuevas elecciones. Si uno de los dos afirma disponer de los apoyos suficientes, debería ser nominado como candidato a la Presidencia del Gobierno, y enfrentarse a un debate de investidura. Si los dos líderes principales afirmaran estar en condiciones de una investidura, sin duda uno de los dos estaría mintiendo. Pero, en ese caso muy improbable, Rajoy como líder de la fuerza más votada, debería ser el (primer) candidato a la investidura. Lo que no me parece para nada correcto es ir a la audiencia con el Rey con problemas al hombro, en lugar de llevar soluciones. Porque existe la posibilidad de que hubiera soluciones más imaginativas, que hoy no están encima de la mesa. Pero eso sólo se descubrirá tras lijar el culo a base de largas sentadas de trabajo. En fin, este proceso está siendo muy, muy cansino. Un auténtico Día de la Marmota. Y me temo que lo que, sin ninguna duda, se va a conseguir, es que la desafección de los ciudadanos por la política vaya en aumento, y se manifieste en un crecimiento importante de la abstención en unas hipotéticas nuevas Elecciones Generales. Desgraciadamente, en la política hay más cosas que también nos sugieren al Día de la Marmota. Como los espectáculos coreográficos de la corrupción, que se repiten una y otra vez. Aunque debo reconocer que las fórmulas imaginativas que algunos desplegaron para implementar sus latrocinios crean una cierta variación en el tono de los colores de la corrupción. Por el contrario, la reacción de los portavoces y líderes del PP ante los diversos episodios escandalosos que les afectan directamente resulta de un cansino que ya fatiga. Da la sensación de que, en alguna parte de la organización, tienen una fábrica de mantras exculpatorios, que luego repiten urbi et orbe en todos los tonos posibles. Después de que toda la organización del PP valenciano esté sub judice, resulta insostenible la posición de que la corrupción es de las personas y no de las organizaciones, y de que Rajoy y su Gobierno han tomado más iniciativas contra la corrupción que todos los gobiernos anteriores. O de que la corrupción es un tema del pasado.  Después de los Luis, sé fuerte y de la sospecha de los sobres y las cajas de puros con billetes dentro, Rajoy, para muchos ciudadanos, está marcado por una sospecha más que evidente. Pero hace sólo un día que hemos oído al ministro Catalá (y a todo el paquete de portavoces del PP) manifestarse en esos mismos términos. En fin, hay chistes o situaciones graciosas que nos pueden hacer sonreír las tres o cuatro primeras veces. Pero su repetición y reiteración cansina resulta ya claramente enojosa. Phil, la marmota de Punxsutawney, no es el responsable del folclore, ciertamente kitsch, que se monta a su alrededor. Pero pudiera ser que la única solución para salir del bucle sea matar a Phil. O cambiar de líderes, que ellos sí son responsables de este particular Día de la Marmota. Ría o llore la Candelaria, ya nos hemos ventilado la mitad del invierno. JMBA