Me he levantado tarde y he pensado en sustraer una de las tartitas pensadas para el desayuno de navidad; pero resisto.
El día empezó con felicitaciones, incluido un correo electrónico de un amigo extranjero al que no veo hace años. Eso es más navideño que las tartitas: que se acerquen en cariño los que estaban lejos.
Sigue poner la casa decente para la cena. No podría disfrutar por completo de los platos nuevos -blancos, franceses, preciosos-, con cosas en el piso del estudio y el baño menos que bien limpio.
También toca que se me tolere programación cursi y repetida. En la mañana, documentales sobre la navidad; para la tarde, películas de navidad, y hacia la noche, villancicos: no lo mejor que haya, sino lo que oí de niña, y cabe mencionar que mi familia, que me dio mucho amor y muchas cosas buenas, no me dio una buen repertorio musical para recordar.
El clima frío está en su punto. El cielo tiene suficientes nubes para que el ambiente esté blanco, pero deja pasar suficiente sol para dar alegría al que lo necesite.
Y yo tengo una bebé en la panza.
Todo está bien.
Silvia Parque