Ya están aquí de nuevo. Ya vienen los Reyes Magos. Holanda ya se ve. Como decía el año pasado por estas fechas, la culminación de las fiestas navideñas para muchos. Sobre todo para los más pequeños. El momento más mágico, emocionante, y lleno de ilusión. Ilusión es la palabra que mejor describe los días como éste. Mis padawanes son aún pequeños, aún no son plenamente conscientes de lo que ocurre, pero con tres años recién cumplidos ya disfrutan de estas fechas y de la magia los Reyes. En casa aún logramos evitar esa barbaridad del "Pórtate bien o los Reyes te van a traer carbón!" –y espero que nadie los chantajee nunca con eso–, pero llevamos toda la semana con la visita de sus majestades en mente, y les salta la sonrisa cuando hablamos de ellos.
Porque en días como éste, ahora que vuelves a ver la magia a través de sus ojos, es como si volviera un poco a ser niño de nuevo. Y ya tengo ganas de montar los regalos en el árbol, y de disfrutar con ellos de la mañana de Reyes. Como cuando era niño. No es que yo tenga un interés especial en que crezcan creyendo en la historia –es un cuento a fin de cuentas– de los Reyes de Oriente, como en ninguna con raíces religiosas, pero el entorno casi te obliga a ello. Porque no puedes frustrar las ilusiones de los demás, empezando por las de tus propios hijos.
Ni yo quiero perdérmelo. Ni la Noche de Reyes –noche de niños–, ni la fantasía de los cuentos, ni la ilusión, la emoción, ni las caras de maravilla y asombro. Así que intentaremos mantener la ilusión de los Reyes a mis pequeños padawanes todo el tiempo que nos sea posible. La magia de los reyes también consiste en hacernos a todos un poco más felices por un rato, un poco más niños. Feliz Noche de Niños.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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