El día del espectador : El Gran Halcón (1991)

Publicado el 24 junio 2020 por Cineenserio @cineenserio

Hubo una época en la que Bruce Willis podía hacer lo que quisiera y que con toda probabilidad nunca nadie le diría: eso no. Tener éxito comercial es el pasaporte necesario hacia la libertad absoluta, aunque ello te lleve al golpe definitivo; pero como quién no arriesga, no gana a veces es necesario un salto de fe para ver qué pasa. El Gran Halcón debe ser una de esas películas que van a rebufo de Pretty Woman en número de emisiones en televisión, pero que con la llegada de telefilms alemanes y canales temáticos de cine en abierto, ha visto su programación arrinconada a aquellos número del mando a distancia que van más allá del 9.

No miento a nadie, ni tampoco desvelo el final abrupto, si digo que esta película es una absoluta barbarie. Un chiste continuo y un fallido intento de algo que no se muy bien cómo definir. Una tomadura de pelo y un constante insulto recordándote que jamás te quedará bien el sombrerito playero que lleva Bruce Willis aunque todos esos festivales garrapateros y musicales del verano se empeñen en lo contrario.

Tampoco miento a nadie si digo que precisamente el despliegue de lamentabilidad es lo que hace que El Gran Halcón sea la gran precursora del cine y un reflejo claro de por qué en los noventa todo vale.

Eddie Hawkins sale de la cárcel y solo quería tomarse un capuccino, demostrando así que los días de robar y ser un canalla han pasado, pero el empeño del establishment, lo empuja a volver al negocio de los pasamontañas. Total, que como puedes imaginar el robo se lleva a cabo, porque si no la película duraría diez minutos – muestra inequívoca de que con un no todo acaba rápido – y es allí donde se verá envuelto en una espiral surrealista, dónde loas conspiraciones judeomasónicas, los inventos ‘davincianos’ y El Vaticano absorberán a nuestro protagonista hasta el clímax final.

Bruce Willis coescribe la película, canta y compone el tema el tema principal, para demostrarnos a todos que nunca aceptemos un no como respuesta y que nuestros sueños siempre pueden cumplirse.

La película no triunfó en ninguno de los ámbitos, solo cosechó fracaso tras fracaso, tal vez porque fue vendida como una película de acción, cuanto en todo caso es una comedia surrealista cercana a los dibujos animados; pero sea como fuera, nos descubrió que minutar las alarmas es más fácil si te sabes las canciones adecuadas.

Supongo que por eso mi animadversión contra las películas de atracos, ya que ni Ahora me ves o alguna de los Ocean’s, han llegado a tocar con la yema de los dedos la estupidez máxima que es ver a Bruce Willis deslizarse con el pecho pegado a un monopatín.

El Gran Halcón (Hudson Hawk, Michael Lehmann, 1991)

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