El día del fin del mundo

Publicado el 26 diciembre 2011 por Carmentxu

Ayer, Navidad, comí como si no fuera a haber un hoy. Es curioso cómo, aunque crezcan las ausencias en estas fiestas, y alrededor de la mesa ya no se sienten algunos de los que lo hacían antes, su presencia se materializa en la comida, que sigue ahí, con la misma profusión, el mismo volumen. Es una manera de resistirse a esas ausencias, de poner comida también a los muertos en la esperanza de que vuelvan, a los que están lejos, a los que algún día volverán y a los que se lo están pensando. Sea como sea, es una buena idea que hoy sea fiesta, tiempo de descuento dedicado a hacer la digestión que ayer se resistía a empezar.

Faro del fin del mundo (Argentina)

Ahora son casi las doce del mediodía y el silencio ambiente continúa perturbador. Ni un motor de coche, mucho menos bocinas,  el ruidito de los motores de las motos eléctricas han sido sustituidos por el silencio de las consolas portátiles con juegos, ni una voz, ni siquiera un pajaro despistado dispuesto a pasar aquí el invierno después de perder la senda de sus compañeros voladores que han emigrado a tierras mas cálidas y acogedoras. He puesto la radio para cerciorarme de que hay alguien vivo todavía en el planeta, aunque ahora que llevo un rato escuchando me asalta la duda de si es un programa enlatado que alguien ha dejado programado para que no nos demos cuenta de que el fin del mundo ha llegado. No sé… Ahora sí, ahora oigo el ruido de un avión que ha despegado hace unos minutos y se eleva por encima de las nubes. Miro al cielo, pero nada. Puede que sea un piloto automático el que está al mando. Si ya no queda nadie vivo en este mundo, seguramente también habrá acabado la crisis. Así como vino, de golpe. ¿Hay alguien?…

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