Tras dos años a causa del nefasto virus y otro por encontrarme ausente de Extremadura, ya añoraba el Día del Garbanzo. La enhiesta torre del castillo de Medina de las Torres nos avisa de que el destino está cerca y la animada y siempre enriquecedora conversación con Juan Pedro Plaza no evita que se mezclen recuerdos y anticipación ante el reencuentro con el ambiente entrañable y los aromas de las ollas de Valencia del Ventoso.
A primeras horas de la mañana, cuando el animado gentío aún no ha llegado a la arboleda de la piscina municipal, ya humean los pucheros sobre las candelas exhalando promesas de contundentes y gustosos cocidos.
En España el cocido es mucho más que una simple receta: es una expresión de la cultura y la identidad de un pueblo. Desde humildes hogares hasta algunos afamados restaurantes, el cocido ha encontrado su lugar en la mesa de todos, sin importar su origen o estatus social. Cada región, cada familia tiene su propia versión, adaptando los ingredientes y la preparación a los productos de la zona, a sus propias tradiciones y gustos. Sin embargo, el elemento esencial que une todas estas variantes no solo es el garbanzo: es el cariño con el que se elabora. Y de ambos, en Valencia del Ventoso van sobrados: de un garbanzo de excepcional calidad y del cariño de su gente, basta ver el mimo con que las peñas vigilan sus pucheros.
A través del tiempo, el cocido ha sobrevivido a las modas culinarias y ha persistido como un clásico atemporal. Ha sido testigo de cambios históricos y ha sido disfrutado por generaciones y generaciones. A medida que el mundo evoluciona, el cocido nos recuerda la importancia de valorar nuestras raíces y mantener viva nuestra herencia gastronómica.
Antaño sustento casi único de miles de familias, el cocido hoy es una manifestación del amor y el cuidado que ponemos en nuestras costumbres culinarias. Y en un caluroso día de agosto, desde hace treinta y tres años, en Valencia del Ventoso el cocido es también un símbolo de la importancia del valor de la tradición, del orgullo por un producto autóctono y un motivo para compartir y disfrutar de la compañía de familias, de amigos y de aquellos que partieron a otras tierras y regresan en vacaciones. Es un homenaje a la tradición culinaria y una muestra de la hospitalidad y calidez de su gente.
Hospitalidad y calidez que sentimos nada más llegar: nos reciben María, su alcaldesa, Serafín, Piedad, Beatriz… Nos sentimos como en casa y agradecidos porque un año más hayan contado con nosotros como jurado del Concurso del Día del Garbanzo. Poco a poco a poco van llegando los demás miembros del Jurado: Fernando Valenzuela de la Cofradía Extremeña de Gastronomía, y los expertos cocineros Pepe Valadés y Domingo Álvarez. Llega también Lorenzo Molina, a quien este año se le reconocen sus méritos en la Diputación de Badajoz como delegado de Desarrollo Rural y Sostenibilidad con el Garbanzo de Oro, galardón que comparte con Antonio Cabezas, que fue Director General de Agricultura de la Junta de Extremadura y quien no pudo asistir a este encuentro. Enhorabuena por tan merecido reconocimiento.
La conversación es animada y fluye entre vapores de cocido y humos de candelas. Dos temas son recurrentes: la grata noticia de la tramitación de la Indicación Geográfica Protegida para el garbanzo de Valencia de Ventoso y la sequía… árboles que luchan a duras penas por su supervivencia, restricciones, ganado sin agua que abrevar, piscinas cerradas, como la propia de Valencia.
A las 11:30 tuvo lugar el acto de inauguración y la entrega del Garbanzo de Oro y a las 13:45 los miembros del jurado comenzamos los trabajos de degustación y deliberación para elegir la peña ganadora entre las doce participantes.
Nunca es fácil la decisión y siempre son pequeños matices los que inclinan la balanza y, en esta edición nos han parecido especialmente igualados. El resultado ha sido:
1º premio, Peña “El Soplillo”
2º premio, Peña “Hemos Vuelto”
3º premio Peña “Pa que te cuento”
¡Enhorabuena a todos!
Esta fiesta es mucho más que una simple celebración gastronómica:
El Día del Cocido de Valencia del Ventoso es una celebración de la identidad de un pueblo, donde las tradiciones se mantienen vivas y las raíces se fortalecen. Es un día para dar las gracias por lo que nos brinda la tierra y por los lazos que nos unen como comunidad.
El Día del Cocido de Valencia del Ventoso es un canto a la sencillez y a la generosidad de la vida, un recordatorio de que en torno a una mesa compartida se escriben las historias más bellas y los lazos más indestructibles.