Revista Cultura y Ocio

El día en el que el señor herrera, don carlos, se hizo un froilán...

Por Francisco Enrique Perez Ruiz-Poveda @PATXIPE

EL DÍA EN EL QUE EL SEÑOR HERRERA, DON CARLOS, SE HIZO UN FROILÁN...

Se han pasado varios días, los medios de comunicación, recordándonos de que por Sant Jordi se regala una rosa y un libro, y en esta España nuestra, en la que hay que andar con mil ojos, se les olvidó advertirnos de que ni la rosa podía ser amarilla, porque olería demasiado a independentismo catalán, ni el libro debía de ser de título indecoroso.Quieras o no, especialmente si te haces famoso de nuevo cuño, en algún momento vas a pisar el callo del nivel de cuidar la moral de alguno que por sus años de trabajo ya se cree, o le han hecho creérselo, el rey del mambo. Y parece que Alfred, uno de nuestros nuevos famosísimos a raíz de Operación Triunfo 2017, cometió ayer el grave error, para alguno de nuestros intelectos, de regalar a Amaia, su pareja, otra famosa de nuevo cuño, incluso más famosa que él, un libro titulado “España de mierda”, 

Es una novela de Albert Plá, naturalmente de argumento inventado y no es novedad editorial, porque se lanzó en el 2015, pero eso ya da lo mismo, porque el título lo nubla todo.

Uno de los que se han sentido violados en el callo de su moral, parece ser, es Don Carlos Herrera que ha puesto su grito en el cielo, y claro, como el tal Alfred, que dicho sea de paso, no me importaría en absoluto que fuera mi hijo, si algo no tiene es pinta de macarra, y no se le puede tachar de tal, el ínclito periodista, le ha despachado con un “le falta un hervor”.
Hay palabras, Don Carlos, que se vuelven boomerang, y si no te apartas, al menor descuido, se pueden aparcar en la cara de quien previamente las había lanzado. 

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Todos tenemos un pasado, incluso reciente, y un futuro, especialmente el de nuestros hijos, que siguen siendo nuestros hijos por mucho que hagan el paripé de que para triunfar se quiten el primer apellido paterno. Cuando hay compañeros de profesión, que ya se encargan ellos, un día sí y el otro también, de recordar que esa modelo es hija de tal y cual, por ejemplo en el programa “Corazón”, lo de cambiarse el apellido, convendrán conmigo que al final, no deja de ser un brindis al sol. O incluso acompañar al padre famoso durante su visita al programa de Bertín; en mi pueblo se decía “ir de cestita”, aunque ahora claramente es aprovechar el tirón del padre para labrarse un futuro. ¡Ojo! Todo lo anterior a este vecino le parece incluso razonable, o al menos comprensible; pero si nos ponemos las gafas de sospechar, o de poner en solfa, lo hacemos con todo, y con todos.Aún recuerdo esas mañanas de los “fósforos radiofónicos” cuando Don Carlos Herrera iba por su cuenta y riesgo. Ahora, ya desde hace mucho, parece ser, olé por él, tiene su cuenta saneada, y el riesgo, el mínimo, porque sabe a quiénapuntar, aunque esta vez, creo que ha hecho un Froilán, y durante un tiempo su credibilidad cojeará.

Todos hemos sido jóvenes, y la inocencia se nos debía presuponer. Quizás el problema viene de los ojos que observan en este caso a Alfred, Carlos, y que seguro que ya han visto de todo, y que han imaginado un comportamiento, sin conocer realmente, en este caso, ni a la persona ni al personaje.

*FOTO: DE LA RED


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