El día más triste del año es el 20 de enero. Ha pasado la Navidad. Vemos como nuestros propósitos de cambio decaen. Seguiremos gordos, hemos dejado de hacer ejercicio, no tenemos un trabajo mejor, seguimos en paro, nuestra pareja no nos quiere, tenemos dolores en un pie… No sigo enumerando motivos de tristeza, pero un motivo más para llorar tengo que decirlo: es lunes.
El algoritmo que ha encontrado el día más triste del año ha acertado. Me siento triste. Me sentía triste antes de escuchar en la radio del coche que estoy viviendo el día más triste del año 2020. Algo había en mí. Algo había en el ambiente. Menos vecinos me saludaron esta mañana con un buenos días. Me peleé en el trabajo por un ascensor que subía lleno de trabajadores con caras de lunes. El café de la máquina sabía a rayos.
El día más triste del año no es un invento de un algoritmo ideado por un hombre triste. Realmente existe. Hay día tristes como hay personas tristes. Las miras y las odias. Sonrían, por favor, tienes ganas de decirles, pero no les dices nada por si lloran. Igual que hay un día más triste del año hay una persona más triste del barrio, de la ciudad, del país y también de esa aldea global que es el mundo. Ya inventarán un algoritmo para descubrir a la persona más triste del mundo. Cruzo los dedos. No quisiera ser yo. Me haría tan famosa como famoso es el día más triste del año.