El inminente final del hombre embarazado
La tarde, como no podía ser de otra forma, transcurrió, por parte mía, con unos nervios terribles, no podía pensar en otra cosa, que no fuese el hecho de que Maria iba a nacer. Forma de aplacarlos? Pues como es lógico, comiendo. Comiendo tal barbaridad de comida, que podría haber eliminado el hambre en el quinto y cuarto mundo, porque la verdad es que acabe con media producción alimenticia mundial, pero es que el origen de estos nervios bien lo merecía. Y llega la hora final, total, nos dirigimos al hospital y hacemos el ingreso, hora las 12 de la noche. Llegamos a la habitación, y claro se supone que vamos a dormir para estar mañana frescos y radiantes. LOS COJONES!!!! Como era de esperar, no pegamos ojo en toda la noche, porque, quien va a dormir cuando uno sabe que en unas horas va a nacer tu hija?? Nosotros no, desde luego. A las 5:00 am (si, sí. A esa hora que no están puestas ni las calles), nos levantamos para asearnos, ya que a las 6 la matrona hacia acto de presencia. Bueno, tenía que hacer acto de presencia, ya que la mujer por lo visto se durmió y entramos una hora más tarde. Total, que aquí aprendo un nuevo concepto que todo hombre desconoce antes del embarazo, “la sala de dilatación”, esto viene a ser una sala de tortura moderna, que seguro fue ideado por el FBI, la CIA y la GESTAPO a la vez, porque tela con la sala. Primero le enchufan los monitores, que con ese ruidito contante (aunque sea el latido de tu niña), se te mete en la cabeza y pone a prueba tus nervios. Luego llego el momento epidural, y es que tardaron un horror y medio en conseguir dar en el blanco, aunque no fue culpa del médico, sino a un problema de mi mujer (tranquila que no lo confieso, jajaja) Y por fin la espera, la interminable espera. Esperar a que dilate, que ni más ni menos fue de 8 horas, ahí es nada. Lo peor no son las 8 horas (que también) es que estas esperando la llegada del ginecólogo o de la matrona, a fin de que te vayan diciendo cómo va la dilatación. Porque hay un momento que le hubiese dicho, explícame de que va esto, y ya lo voy mirando (Que yo soy muy aplicado, y pillo las cosas a la primera). Pues nada, cada hora más, menos, venían, revisaban y te comentaban como iba la cosa. Eso sí, a mi chica, le iban poniendo dosis de anestesia, hasta tal momento, que creo que hubo un momento en el que veía elefantes rosa por la habitación. Por fin, a las 14:15, llego el momento en que el ginecólogo dijo que ya estaba completamente dilatada, pero que no podía sacar la niña, porque estaba encajada y no la podía hacer nacer de forma natural, por lo que me entro una sensación agridulce (y primera lagrimilla), ya que no podría estar en el parto, debido a que en la cesárea no podía entrar, pero a la vez pensé, ya está ahí mi niña. Por suerte, yo tenía una infiltrada, mi suegra, que al ser enfermera nos acompañó en todo momento y ella fue la encargada de documentar en la sala de operación (o de extracción como dicen ellos, que tela el nombre) todo lo que allí ocurría. Total, estoy fuera dando vueltas por el pasillo, desgastando toda la suela de mi zapato, hasta que a las 16:45 de un jueves, con fecha 16 de enero de 2014, recibo la llamada de la madre de mi mujer. Y me dice que tengo una niña estupenda, morena, que ha pesado 3,6 kg y mide 51,5 cm. Y que la escuchase llorar… En ese momento, la niña se pone a llorar alto y claro, y me veis a mí, en la sala de espera, llorando a moco tendido. Maria había nacido. Mi niña, la que había estado esperando durante 9 meses, ya estaba en una sala a pocos metros de mí.
Momentazo captado por la mejor cuñada del mundo
Tuve que esperar unos minutos más, para poder ver a ambas, tanto a mi mujer como a mi niña, pero en el momento de verlas, la emoción y felicidad fue total.Por mi mujer sentí orgullo, por cómo había aguantado todo el parto y había traído a este mundo a Maria, y al ver a las dos en la cama, sentí la mayor de la felicidad. Una felicidad desbordante, y es que una persona a la que no conoces, que lleva minutos en este mundo y que la conoces solo unos segundos, te ha cambiado la vida y te hace sentir sentimientos, que no sabías que existiesen. Y a ti, cariño, gracias, gracias y mil gracias por existir, por hacerme feliz y por darme la mayor de mis felicidades, nuestra hija. Te quiero con locura!!!! Ultima entrada de Socorro, Hombre Embarazado