Por Alfredo Rosso
"Arnold Layne" trataba de un personaje que se viste de mujer y sale de noche a robar ropas de los tendederos suburbanos. El tema del transvestismo aún era tabú para la sociedad inglesa de los 60 y la BBC no tardó en prohibir su emisión radial, dándole al simple una cuota extra de publicidad. El segundo simple de Pink Floyd, "See Emily Play", nació de un show multimedia llamado Free Games For May en el que Pink Floyd tomó parte. La intrigante protagonista se inspiró en Emily Kennett, una presencia habitual en los eventos del underground londinense.
En consonancia con el amor de Barrett por los cuentos infantiles, The Piper at the Gates of Dawn tomó su nombre de un capítulo del libro “The Wind in the Willows”, de Kenneth Grahame. Comienza con "Astronomy domine”, supuestamente incitado por la primera experiencia de Barrett con LSD, que le produjo la sensación de estar suspendido durante horas entre los planetas Júpiter y Venus. Sin embargo, la canción es bastante más compleja; una notable proeza de la imaginación que evoca la sensación de asombro y a la vez de terror de un astronauta enfrentado por primera vez al gran espectáculo del cosmos.
"The Gnome" remitía al Señor de los Anillos, de Tolkien, con sus imágenes fantásticas acerca de gnomos y genios de un mítico reino subterráneo. Otra canción asociada a un cuento infantil es "The Scarecrow". La escritora June Wilson escribió un libro con el mismo título y un argumento similar: un espantapájaros que se siente triste porque querría extraerle algo más a su vida, pero cobra conciencia de que no se puede mover y finalmente se resigna a su suerte.
Por su parte, "Flaming", remitía a la niñez de Barrett y a sus juegos con su hermana Rosemary en la ciudad natal de ambos, Cambridge. Abundan las referencias a la naturaleza, a las flores y al campo abierto, temas recurrentes en las letras de Syd.
Syd Barrett era, sin duda, un componente muy importante del primer Pink Floyd pero no era todo el grupo. La contribución del órgano de Rick Wright fue decisiva en la creación de la atmósfera psicodélico-cósmica de los temas. En esta fase de Floyd, Wright compartía la parte vocal con Syd en varias canciones, un aporte nada desdeñable a la magia del disco. Por su parte, Nick Mason sumaba su buen gusto en la forma de varias sutilezas percusivas y Roger Waters, además de su rol de bajista, aporta a la composición. Roger escribió "Take thy stetoscope and walk", un extraño relato acerca de un médico, cuyo principal atractivo está en la furibunda zapada que se desata en el centro del tema. El intrigante “Pow. R Toc. H” lleva la firma de los cuatro músicos, pero nació también de una idea de Waters: en el código interno del ejército inglés de la Primera Guerra Mundial, el "Toc H" era un casino donde, al entrar, los rangos eran pasados por alto y oficiales, suboficiales y soldados se trataban, por un rato, como iguales.
Piper terminaba con "Bike" (Bicicleta), otra de esas pequeñas viñetas con las que Barrett aludía a cosas simples con una mezcla de sencillez y excentricidad. En el futuro las cosas no serían sencillas, sin embargo. El colapso de la mente de Syd motivaría su aislamiento del resto del grupo y finalmente su reemplazo por un amigo de la adolescencia, David Gilmour. Pero The Piper at the Gates of Dawn, quedó como testimonio de su pináculo artístico y sigue refulgiendo con igual intensidad en 2007 como en aquel ya lejano día de agosto de 1967 en que vio la luz del día por primera vez. En cuanto a la versión del álbum que apareció en estos días, la edición especial triple vale la pena por incluir “Arnold Layne”, “See Emily play” y otro puñado de temas muy difíciles de hallar, como los lados B “Candy and a currant bun” y “Paintbox” y la cara principal del tercer single de Floyd, “Apples and oranges”, una de las últimas muestras del caótico genio creador de Barrett al comando de Pink Floyd.
Alfredo Rosso