"Huyendo del piso, Julián se mete en el primer supermercado DIA que encuentra.
DIA es sin duda su súper favorito.
No se puede comparar.
Entrando en un DIA, el olor a odio de clase te golpea de inmediato. Es el resentimiento puro del trabajador de Servicios, cagándose en la puta que parió al mundo y a todos los clientes. Lo hueles sólo entrar. Además todo está en cajas aún, desparramado por las estanterías, ordenado inmundo, de modo que la sensación de desorden es igualmente suprema. A Julián le encanta encontrarse salchichas de Frankfurt al lado del aftershave. Y luego están los trabajadores. Punk Rock sector alimentación. Ni una maldita sonrisa, ese uniforme zarrapastroso, siempre sucio, y esas muecas de insatisfacción, vacio y alienación que acaban desencadenando una masacre en un centro comercial el día que hay un cruce de cables.
DIA. No hay color."
El día que me vaya no se lo diré a nadie. Kiko Amat. (2003, Editorial Anagrama)