Hubo una ovación con su apellido que inundó el estadio Monumental, aún más que la tormenta que azotó durante la segunda mitad del partido, esa segunda mitad del partido que pese al gol de Higuaín fue un calvario.
Hubo un silencio atroz en el Monumental, en lo que parecia el final del partido tras el empate de Perú.
Y la lluvia fue más densa, y fue lluvia y fue lágrima de Diego que veía su sueño desmoronarse, y fue lágrima de todo un interior del país que sigue creyendo en él, pese a su prepotencia, pese a su arrogancia, ellos que todavía lo sienten humilde y salvador. Ellos que pagaron entradas carísimas y recorrieron miles de quilometros.
Por ellos, el destino, Dios, la Madre Naturaleza, lo que sea, transformó ese diluvio en un bálsamo de agua bendita para que un tipo que se codea con los días de gloria, hiciera su historia cada vez más grande, y ese tipo no era Maradona.
Por que apenas empezó el partido hubo una ovación para Diego, tan general, como tibia. Fue sólo esperanza. Se ovacionó al ídolo, no al técnico. Pero en el banco, entre los relevos había alguien más. El dueño de los milagros de esta Era.
Su apellido tronó en el cielo cuando terminó la obra que su instinto goleador forjó. Paleeeeeeeeeeeeermo!! Paleeeeeeeeeeermo!!
Y su apellido lo gritó un país, en sus casas y en el estadio. Y lo gritó el bostero orgulloso y el pincha también, y lo grito el de Bandfield, el del rojo y el de la acadé, y lo gritaron los Borrachos del tablón, a los que nunca se cansa de atenderlos en los clásicos y todos se rindieron a sus pies.
Y Palermo podrá contar (aunque nunca lo hará) que un día fue más grande que Maradona, y que el propio Diego lloró por su obra y gracia y que se desmoronó en lágrimas en sus brazos.
Ayer Martín Palermo terminó con cualquier debate sobre su condición, ya no es un delantero más, con lo de ayer El Titán pasó a formar parte del patrimonio nacional. Es de todos.
Y ayer salvó el reinado a Dios.
Un apartado
La Selección se juega todo el miércoles en Uruguay, el once de Maradona encontró algo en medio de toda esa maleza futbolística, en medio de la tormenta. El gol. Sagrado. Sin él no hay esperanza alguna. fue de Palermo pero hubo de Higuaín en su primera cita. Hay arquero tambíen, parece que el pibe Romero se agranda en las bravas, la peor esta por venir. Despúes un alboroto, amontonados, apurados, nerviosos, imprecisos. Pero apareció el Gol y un arquero. Clave. Con respecto al héroe de ayer desde acá dos puntos más. Creo que la historia de Martín se cierra cuando haga un gol en un Mundial (de Naciones..de Clubes...), pase lo que pase después con la Selección. La otra, autobombo, contentos desde acá por que se resaltó la presencia de goleador y de Schiavi en la nota ¨Para ganar, ganadores¨.