Todo esto se aprecia en La historia de Samuel Titmarsh y el gran diamante Hoggarty, escrita por William M.Thackeray en 1841,una obra ingeniosa, divertida, conmovedora y ejemplarizante, que presenta casos y hechos tan propios de nuestros días que a ratos nos sentimos tentados de volver a comprobar la fecha en que fue escrita.
Thackeray dijo, en el prefacio a la primera edición de esta obra, que a los editores del libro “les preocupa que la moraleja del cuento -es decir, que la especulación es peligrosa y que la honradez es el mejor camino-, señale especialmente al pueblo británico.” Y en efecto, esta sátira moral alude a la sociedad inglesa, pero hoy día sabemos que sus males y sus defectos no son exclusivos ni de un país ni de una época. Como tampoco lo son sus virtudes.
Samuel Titmarsh es un joven e ingenuo empleado de una gran empresa de seguros que, a causa de un diamante que recibe como regalo, y sobre todo por su falta de maldad y por la confianza que deposita en quienes no la merecen, se ve envuelto -víctima y sospechoso- en un fraude financiero de gran alcance.Él mismo nos cuenta su historia desde el punto de vista de quien aprendió una lección por las malas, y desea compartir su escarmiento por si su experiencia puede resultar de utilidad al lector.
Por suerte para Samuel también abundan en su historia las escenas felices, los momentos conmovedores y los pasajes cómicos, en un magistral y delicado equilibrio de emociones que recorre toda la novela.Por eso podremos reírnos con la pretenciosa señorita Brough y sus inútiles intentos de hablar francés y resultar grácil y delicada; con el cobardica señor Preston y con la mandona señora Roundhand; con el descarado Bob Swinney y con la despistada condesa Drum. Nos indignaremos con el miserable Smithers, con la vil tía Hoggarty y con el retorcido señor Brough. Y nos emocionaremos con el fiel Gus Hoskins, con la dulce Mary Smith y con la bondadosa señora Stokes.
Esta pequeña joya literaria es una de las primeras obras de su autor y una de las menos conocidas, pero, como ocurre tantas veces, la popularidad de una obra no siempre se corresponde con sus valores. Y en este caso, la inteligente combinación de crítica, humor y sensibilidad, que caracteriza el estilo de Thackeray; la amenidad y ligereza de la narración, y la vigencia y contemporaneidad del argumento hacen que leer La Historia de Samuel Titmarsh hoy día sea como hacer un entretenido viaje al pasado cuyo destino es el presente.
Editorial Periférica, 2014.