El salto de Susana Díaz a la política nacional habría sido "comida para hoy y hambre para mañana"
El candidato a las próximas primarias será un cadáver político y condición necesaria para la consagración de Susana
Si leemos los interlineados de las pasadas elecciones europeas observamos que mientras en la Comunidad Valenciana y Madrid – ambas gobernadas por políticos sustitutos -, el Pepé ha caído de forma significativa, en la Junta de Andalucía – gobernada por Susana, política sustituta de Griñán -, el PSOE ha ganado con holgura. No olvidemos que la irrupción de Podemos, el partido de Pablo Iglesias, ha hecho mella en los resultados madrileños. Ahora bien, ¿qué hubiera sucedido, en Madrid, si en lugar de Ignacio y Botella, hubiesen gobernado Aguirre y Gallardón?, probablemente otro gallo cantaría, hoy, en los balcones de Génova. El PP – dicen las malas lenguas peperas – está muy preocupado por la cosecha recogida. Está muy preocupado, les decía, porque saben que detrás de sus pésimos resultados se esconde algo más que los mordiscos de Podemos. El PSOE, sin embargo, ha descubierto al diamante perdido tras los tiempos felipistas. Gracias a Susana Díaz, el último bastión socialista – Andalucía – recupera la hegemonía perdida tras las últimas regionales. Probablemente, con "la reina sureña" a la cabeza, los socialistas podrán desprenderse de sus socios de Izquierda Unida, tras los próximos comicios.
La decisión de Susana de "no dar el paso a la dirección nacional de su partido" debe entenderse como una táctica política, más que "una renuncia a sus ambiciones personales". Mientras en Andalucía, Díaz tiene una victoria asegurada para las próximas elecciones regionales, en Madrid, sin embargo, sería una copia barata de Rubalcaba; una líder de boquilla sin el beneplácito de miles de papeletas. Así las cosas, el salto de Susana a la política nacional habría sido "comida para hoy y hambre para mañana". Los socialistas no se hubiesen conformado con que fuera la Secretaria General de su partido sino que la hubiesen presionado para que fuera la cabeza de cártel a las próximas generales. Ahora bien, ¿quién garantiza a Susana que las ganaría?, nadie. Probablemente las perdería por la ruptura del bipartidismo y porque de aquí a ese momento, España estará más cerca de la recuperación económica que de la crisis presente. Luego, "naranjas de la China", Susana pasaría a la historia de su partido como una presa fácil para los leones de Génova. "El diamante socialista" se convertiría en hojalata política y, Andalucía atravesaría por una grave crisis de liderazgo.
Probablemente, es más estoy convencido de ello, el candidato a las próximas primarias será un cadáver político y condición necesaria para la consagración de Susana. Da igual que el candidato se llame Sánchez o Madina; que sea vasco o madrileño; que sea monárquico o republicano. Todo ello, lectores y lectoras, no es suficiente para ganar las próximas generales. Para que el PSOE remonte y, le de la vuelta a las encuestas, es necesario que recupere la identidad perdida y el alineamiento electoral de los tiempos "zapateristas". Recuperar la identidad implica hacer uso de su experiencia política, revitalizar las heridas del pasado y poner nerviosos a los pensionistas. El "miedo" sería el mejor instrumento para paralizar el éxodo de simpatizantes hacia las utopías de Podemos. Eduardo Madina ha cometido dos errores garrafales en su conquista por el cetro. El primero, ser el ahijado de Rubalcaba – el líder fracasado – y el segundo, actuar con hipocresía política ante la cuestión monárquica. Mientras en la calle ha manifestado su interés por abrir "el melón" de la República, en el Congreso, sin embargo, ha votado sí a la Ley Orgánica que permitirá la coronación de don Felipe. Pedro Sánchez - el otro candidato – , por su parte, ha salido a la escena con los mimbres de la retórica; ha hablado de alternativa pero no ha concretado los trazos de su proyecto. Mientras tanto, "el diamante socialista" – Susana Díaz – espera en Andalucía a que su holgada mayoría en las próximas regionales, la legitime para poner su sonrisa en los carteles de la rosa. Atentos.
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