El Diario de Ana Frank es el último libro que he leído, es un pequeño trozo de vida de alguien que hubiera pasado desapercibido sino fuera por una serie de circunstancias; Ana Frank nos traslada a la época de la Segunda Guerra Mundial y concretamente al lugar donde vivió junto a su familia y otros escondidos.
Ana era una chica que en su 13 cumpleaños recibió como regalo un diario, poco tiempo después, tal y como cuenta ella misma, se tuvo que esconder junto a su familia en un refugio improvisado en la casa de atrás de un edificio en Ámsterdam para huir de la persecución nazi.
La mayor parte del diario transcurre en esa casa, allí estuvieron escondidos ella, sus padres y su hermana, junto con otra familia y un dentista amigo de la familia.
Al tratarse de un diario, la historia no está muy estructurada pero aún así, engancha y sobre todo conmueve. Ana escribe sobre el día a día, sobre los roces entre los ocupantes de esa casa, y sobre sus preocupaciones y descubrimientos como adolescente, es triste saber como acabarán todos mientras estás leyendo el libro, porque sabes que todas las ilusiones y sueños de futuro de los que Ana habla en su diario nunca llegaron a cumplirse, ya que en 1944 fueron delatados y llevados todos a diferentes campos de concentración, murieron todos, incluída ella, de tifus poco tiempo antes de la liberación del Campo. Tan sólo sobrevivió su padre, que fue el que publicó la primera versión del diario, una versión “censurada”, ya que eliminó las partes en las que Ana hablaba mal de su madre (tenía muy mala relación con ella) y donde contaba sus descubrimientos sexuales.
Por suerte, ahora podemos leer la versión completa original y así poner cara a una de las muchas víctimas del holocausto judío, ya que siempre oímos hablar de cifras que no dicen en realidad nada, sin embargo, cuando se trata de una historia cercana de alguien con sentimientos y nombre y apellidos podemos comprender algo mejor la dimensión de aquella barbarie.´
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