El diario de Julito el Guerrillero (Día 1)

Publicado el 18 octubre 2013 por Yusnaby Pérez @yusnaby

18 de octubre del 2013

“Año del 54 Aniversario del Triunfo de la Revolución”

Compañero diario,

   Hoy quiero comenzar a escribir. Bueno en realidad no es escribir porque nadie me leerá. Tenías que haber visto la cara de Migdalia la maestra cuando le pedí que me regalara una libreta de esas que dan en su escuela. ¡Tonta! Se creyó el cuento de que se la pedía para apuntar los planteamientos de la reunión de Rendición de Cuentas que dará el Delegado mañana.

   No soy muy bueno escribiendo; estudié “técnico medio en economía”, así que mi español es muy básico. Últimamente están pasando tantas cosas y veo que nadie las escribe o las dice. Ayer prendí el Panda (que ahora funciona con la cajita china) y me quedé viendo una bonita clase de ajedrez. Tuve una hora entera, de 3 a 4pm, un montón de cuadritos blancos y negros en la pantalla de mi televisor. Era una divertida diapositiva de Power Point que nunca acababa.

   Pero bueno, eso no es lo que yo quiero contar. Son tantas cosas que a veces mi cerebro se entretiene. Resulta que ayer fue a mi trabajo una compañera del Partido, alta y mulata, de unos 48 años. Nos contó que hay unas mujeres vestidas de blanco que desfilarían hoy gritando consignas contrarrevolucionarias. ¡Imagínate!, ellas son fieles servidoras del Enemigo, ese Enemigo que quiere venir a Cuba y quitarnos nuestras casas, nuestras escuelas, cobrarnos la salud y arrebatarnos todo lo que nos ha dado la Revolución en 53 años, ¿ó 54?, bueno son una pila de años de lucha contra los Yanquis que quieren robarnos la soberanía de nuestra Patria.

   Ella se apellida García, me acordé por Osmani el que canta la canción del chupi-chupi. La compañera García nos convocó para que todos en la empresa fuéramos hoy al parque Victoria en el centro, donde esas mercenarias fascistas estarían manifestándose. ¿Para qué nos requieren? Para gritarles, insultarles y no permitirles que realicen su actividad. Pero eso no es lo importante, lo mejor es que nos dan una merienda riquísima hasta con jamón del bueno.

   Hoy a eso de las 9 de la mañana ya estábamos movilizados en una guagua que puso el Partido para llevarnos hasta el lugar orientado. Este tipo de actividades son mejores que cuando viene Salud Pública a fumigar en horario laboral y cierran la fábrica a medio día. Hay pocos días feriados en el año, así que por lo menos hoy, los 74 trabajadores que fuimos, tuvimos un descanso y no trabajamos. Estoy de acuerdo con que combatir lo mal hecho tiene que ser la prioridad de la Revolución, por eso hay que combatir lo malo que hacen esas señoras.

   No las conocía, nunca había escuchado hablar de ellas, ni tampoco mis compañeros de trabajo; aunque yo creo que Dunieski si conocía la historia porque él tiene antena. Él se hizo el bobo y no dijo nada.

   ¡Oye! Tremendo calor que hacía en ese parque a la una de la tarde. Nos estábamos asando bajo el sol aquel y las mujeres esas no acababan de llegar. Quería que se acabara rápido todo aquello para ver si me daba tiempo y podía resolver los frijoles que están perdidos. Hoy hubiese sido el día perfecto para ir al agro; cobré ayer y si espero a la semana que viene, ni frijoles ni ocho cuartos. Con lo que me cuesta la luz, el maestro particular de Yerard para ver si aprueba el cuarto grado, el agua, el teléfono que se me rompió por segunda vez y tengo que reunir 60CUC para comprar uno nuevo; además de lo que me descuentan por el Partido, las MTT, la olla arrocera que todavía la estoy pagando… el salario no me dura ni cuatro días. Por eso, el día ideal para los frijoles era hoy.

   De pronto, comenzaron a llegar unas mujeres policías, todas desarmadas pero con porras. Eran como treinta. Empezaron a alinearse como un cordón separándonos a nosotros, aún bajo el sol que derretía, de la entrada de una casa donde aún no había nadie. Mientras nada ocurría y todo el mundo se preguntaba qué estaba pasando, yo me entretuve viendo lo que vendían los merolicos del parque. Conseguí con ellos una cuchilla para mi batidora soviética; eso no lo hay ni en los centros espirituales. La fabrican ellos mismos no sé ni cómo. Como veinte minutos después finalmente llegaron las Damas de Blanco, eran muchas, pero menos que la cantidad de policías que ya estaban paradas en atención. Eran las mujeres de blanco y las mujeres de azul, unas frente a otras.

   Cuando llegó la última, se repartieron entre ellas una flor de gladiolo y comenzaron a hablar. Todos hicimos silencio para escuchar que decían. ¡Yo nunca había visto algo parecido! Una decía: “¡Laura vive!” y la otra “Vivan los Derechos Humanos”. Yo seguía sin entender, pero ya eso de los Derechos Humanos me olía a contrarrevolución. Pocos segundos después comenzaron a leer un documento que apenas escuché. La policía tenía que habernos dejado acercarnos un poco más para poder oír las calumnias del Enemigo. Ahora mismo sólo recuerdo palabras que escuché intermitentemente: “aniversario”, “muerte”, “libertad”, “derechos humanos” (otra vez) y mencionaron una lista de nombres. Luego de dos minutos, contados por mi reloj, el cordón policial se abrió como dándonos paso para actuar. ¡Era la señal!

   Todos corrimos para arriba de estas mujeres hipócritas. No me importaba quien era esa Laura que murió, no se puede tener contemplaciones con este grupúsculo de terroristas dando tal escándalo público. Algunas de ellas se mandaron a correr y entraron en una casa, otras se acostaron en el suelo y gritaban: “libertad, libertad…” Yo agarré a una por los pelos y la arrastré como cuatro metros, no pude más porque ella estaba grande y fuerte. Mientras las damas de azul contemplaban de lejos nuestro heroico acto nosotros comenzamos a gritar ¡Viva Fidel!, y más alto: ¡Viva Fidel!, y aún más alto hasta que nuestras voces tomaron el compás de la consigna. No lo sé, pero cuando grito ¡Viva Fidel! es como si pusiese en trance a mi conciencia. Me hace sentir más fuerte.

   Mirta, la recepcionista de la empresa (que por cierto llevaba en su muñeca derecha la cinta amarilla símbolo de reclamación por la libertad de los Cinco Héroes prisioneros injustamente en el Imperio por luchar contra el terrorismo), le empezó a dar patadas a una de las de blanco que estaba en el suelo. Otro grupo fue detrás de las que entraron para la casa y empezaron a golpear la puerta y a gritar: ¡Pin pon fuera! ¡Abajo la Gusanera!

   Como diez minutos después por fin se acercó la policía. ¡Si! ¡Que se las lleven presas! Esas mujeres de blanco, que ya son casi “de negro” por el churre de restregarse en el suelo, se merecen la cárcel por gusanas provocadoras. Ayudamos a la policía a meterlas a todas en una guagua de las que dicen “transporte escolar” que ya estaba preparada cerca de ahí. Todas, una por una. El autobús cerró la puerta y se las llevó, y mientras cruzaba la esquina aún se escuchaban los ¡Viva Fidel! de mis compañeros.

   ¡Se acabó lo que se daba! Eran las 2:18pm y ya habíamos terminado. ¡Qué rápido! Hoy me pagaron el día como si hubiese estado trabajando. Bueno, esta tiene que ser la responsabilidad de todos los cubanos: salvaguardar la integridad de la Revolución y esta tarea es mucho más importante que el yogurt que se dejó de producir hoy en la fábrica. Todos mis compañeros se fueron temprano para sus casas. Guardé el pan con jamón que me dieron en una jabita para que se lo coma Yerard cuando llegue de la escuela a las 4:20pm. Salí caminando dispuesto a encontrar los frijoles y entré en la TRD de Galiano. ¡Ahí había frijoles! Costaban 2,75CUC un paquete de 500 gramos. ¡Qué caro! Además no llevaba CUC, sólo tenía dinero cubano. ¿Quién iba a encontrar una CADECA a esa hora para cambiar dinero? Desistí y me fui para la casa.

   Bueno, ya me despido por hoy. ¡A ver si escribo más seguido! No voy a firmar con mi nombre por si alguna vez esta libreta llega a las manos equivocadas y el Partido malinterpreta mi escritura. Voy a firmar como me decían en el servicio militar:

Cambio y Fuera,

Julito el Guerrillero.