La celebración del 15 aniversario de La Razón fue impresionante, todo un derroche de fiesta. Parecía un congreso de UGT porque había tantas bandejas de jamón que la gente se sentía impresionada. Uno de los presentes afirmó: "Qué fiestorro, no falta nadie". Algo parecido dijo la comentarista de Antena 3 en el telediario: "aquí está todo el mundo; no falta nadie".
Sin embargo, faltaba el principal invitado, el pueblo español, escandalosamente ausente en la fiesta, como también está ausente en casi todo lo importante y lo decisivo: de la política, de la Justicia, del poder, de los procesos de toma de decisiones, de la sociedad civil, de la democracia...
Estaban allí Rajoy, Zapatero, Aznar, el cardenal Cañizares y la flor y nata de la política, el empresariado, la gran economía y parte del periodismo que colabora con el poder, pero ni la verdadera oposición, la que pugna por regenerar la podrida democracia, ni los ciudadanos oprimidos, ni el pueblo estaban representados por nadie, salvo quizás por Belén Estaban, a la que llaman con sarcasmo la "Princesa del Pueblo", que atraía tantas miradas como Leticia, la Princesa de Asturias. Los diputados y senadores, representando a sus partidos políticos, nunca a los ciudadanos, los grandes marginados de todas las fiestas de España, con los que el poder solo cuenta para pagar impuestos y emitir votos, cuando se abren las urnas.
El diario "La Razón" es un claro ejemplo de lo que representa hoy la prensa en España. Se trata de un periódico alineado con el Partido Popular y la derecha en general, alejado voluntariamente de la independencia y la objetividad, habituado a mirar la actualidad a través de su propio cristal, ejeno al deber democrático de fiscalizar al poder y de proporcionar al ciudadano información veraz para que pueda tomar las decisiones adecuadas, con conocimiento de causa.
Pero la Razón no es el único medio alineado. Los hay a centenares, cada uno defendiendo a los suyos, que les compensan con publicidad, subvenciones, negocios, filtraciones y otras facilidades inconfesables. Cada oveja con su pareja; cada esclavo con su amo... y nadie con los ciudadanos, que son las grandes víctimas de un sistema falsamente democrático y prostituido, que define hipócritamente al ciudadano, en España marginado y humillado, como el "soberano".
¿Quien representó al pueblo español en la macrofiesta de "La Razón"? Nadie, como ocurre siempre en todas las fiestas y acontecimientos eimportantes de España. Nuestros políticos han monopolizado el poder y han marginado al ciudadano de todo protagonismo, convirtiendo la democracia en lo que los griegos clásicos consideraban como su lado opuesto y su peor enemgo: en una oligocracia donde únicamente las élites deciden y tienen acceso al poder y a la riqueza.