Sale uno a tomarse un cafelito, todos los garitos a rebosar: parece que no hay crisis. Viene una amiga de hacer las últimas compras de Reyes, se queja de que ha tenido que guardar enormes colas: parece que no hay crisis. Bolsas repletas de chismes caros, tonterías carísimas, la gente –dice mi amiga- paga al contado, el efectivo resonaba: parece que no hay crisis.
¿Pero no es esto, precisamente, la causa de la crisis? Crisis provocada por la primacía del tener y la apariencia sobre el ser. Crisis alimentada, retroalimentada, sobrealimentada por las fábricas de dinero –bancos y demás-, que engordan en tiempos de crisis, se nutren de la crisis, provocan la crisis, son la crisis.
Ramsés II, previéndolo, se negaba a dejar entrar el dinero en su reino egipcio. Dinero… ¿lo expulsará alguien algún día de algún sitio? Sin él, será imposible la crisis, porque es él la crisis, producto encadenado de un dinero desencadenado. Entonces, claro está –oh, hipótesis- habrá que repensar economías, relaciones sociales, incluso filosofías de la vida. Sería, entonces, todo tan natural y humano.
Filed under: humanidad Tagged: bancos, crisis, dinero