El Dios de lo público

Publicado el 04 enero 2013 por Laesfera
Rusti firmaba, hacía suyo todo a su paso. Rusti pensaba que tenía tarifa plana para sellar y personalizar todo su entorno. Rusti conquistaba espacios, paredes, vehículos, monumentos... Era muy popular. Todos hablaban de Rusti. Él se inflaba y seguía engolocinándose saturando su entorno con su sello, sin recordar la máxima de que "nada es eterno"


Afortunadamente hoy es el día, iremos a la plaza de la ciudad a ver como le guillotinan las dos manos. Compré dos entradas para el espectáculo.



Rusti en garajes


En piedra de granito

En mobiliario infantil