El diputado, apuesta valiente de Eloy de la Iglesia en 1978

Publicado el 27 agosto 2015 por Carmelo @carmelogt

Lo primero que tengo que decir de El Diputado es que me parece una película absolutamente valiente para la época: 1978. También, que refleja muy bien la etapa de la transición, política y socialmente. Hay una sociedad dispuesta a cambiar años de dictadura, pero ¿existe una sociedad tan abierta como para aceptar la homosexualidad, y más aún, la homosexualidad en un político? La respuesta es que no.
Y ahora, en el año 2015, me hago esta pregunta de nuevo. Y me apetece pensar que hoy la respuesta sería sí. De hecho, todos deberíamos asegurarnos de que la respuesta es sí, porque si no volvemos a la falta de libertad social, personal, política, a una dictadura pura y dura, que nos dirá cómo debemos pensar, actuar y vivir. 
Eloy de la Iglesia elige para el Diputado a un actor de moda en ese momento y dispuesto a afrontar papeles difíciles y conflictivos: José Sacristán. Su personaje, Roberto Orbea, se nos muestra en todo momento como un hombre cauto y prudente, totalmente sincero y un poco por delante de su época. Su tendencia sexual no le impide defender la igualdad social desde el partido de la izquierda. Es una persona que parece que está adelantándose a lo que va a ocurrir. Y no le importa. Defenderá su “derecho” hasta el final, aunque ello le pare el paso a Secretario General.
El director De la Iglesia, tan dado a mostrar temas controvertidos en sus películas, vuelve en ésta a tratarlos. Pero realmente no es sólo la homosexualidad lo que aborda, en realidad ésta es casi una excusa para tratar un tema mucho más amplio, el de los derechos humanos.
Totalmente acertada en el retrato de la época, El diputado define muy bien a una derecha post-franquista que quiere la vuelta a esa dictadura, y también a una izquierda emergente con fuerza en busca de las libertades de todo tipo. Y de paso, es un espejo de la marginalidad juvenil, de la prostitución masculina, de ambientes sórdidos de jóvenes golfillos de barrio, que buscan dinero fácil. En este aspecto es significativo lo que le dice uno de esos jóvenes a Roberto. “A ti te fue fácil comprarme, ¿no?. Pues a ellos (a la derecha tardofranquista) también”
Pero Eloy de la Iglesia nos deja un rayo de esperanza en que la situación cambiará. Y lo hace por medio de Juanito, el amante de El diputado, que al final verdaderamente se enamora y quiere salvar a Roberto. El cambio de Juanito es el cambio que se espera, o mejor dicho, se esperaba en aquel momento en toda la sociedad. 
Sin duda, un ejercicio de valor en 1978 es el Diputado. La película se estrenó antes de la Constitución, así que imagínense ustedes lo atrevido de la propuesta.
Tal atrevimiento se manifiesta en reflejar el papel de la mujer de El Diputado. María Luisa San José marcha también varios años por delante, al aceptar la homosexualidad de su marido y estar dispuesta a todo para conservarlo, dispuesta hasta acostarse con su amante y hacer un trío, como un modo de normalizar una situación totalmente anómala en ese contexto histórico.
Imagino que todos desearíamos una mujer tan comprensiva cuando le contemos alguna de nuestras miserias
El final de la película es también otra puerta abierta a la esperanza, dado que es interpretable.
¿Qué pasará cuando Roberto en el momento de ser nombrado Secretario General del partido cuente toda la verdad? Nunca lo sabremos. Quizá en 1978 la respuesta sería una. Y en el 2015 sea otra. Y lo mejor sería que ni siquiera hubiera una respuesta porque no tuviera que plantearse esa pregunta, o esa cuestión.

“Oye, vais a elegirme Secretario General, pero soy homosexual. ¿Os da igual verdad?”