Años sesenta, Estados Unidos, revueltas radicales, manifestaciones a favor de los derechos humanos y en contra de la guerra, liberación sexual y drogas alucinógenas.Hannah lleva una vida ordenada en un pueblito en Maine: es maestra de escuela, está casada y tiene dos hijos. También guarda, sin embargo, algún secreto. Hace treinta años, Hannah tuvo un idilio con Tobias, célebre activista político. Y cuando éste reaparece de la nada con un libro de memorias, Hannah se hunde. En el cargado ambiente de Estados Unidos posterior al 11 de septiembre, su secreto sale a la luz y su vida se desmorona. Algunos pecados no se expían en una vida entera. Ambientada entre la efervescencia ideológica de los años sesenta y setenta y el conservadurismo de los Estados Unidos de tiempos recientes, El discreto encanto de la vida conyugal sigue la pista de una mujer, madre y esposa que busca su propio camino entre las veleidosas corrientes políticas y los valores contrapuestos de su tiempo.
La primera novela de Douglas Kennedy que leí fue El momento en que todo cambió y me encantó como retrató los últimos coletazos de la Guerra Fría, de modo que cuando encontré El discreto encanto de la vida conyugal no dudé en perderme entre sus páginas.
La novela se divide en dos partes. La primera nos introduce en la vida de una joven estudiante universitaria.
Narrado en primera persona, la historia nos introduce en los pensamientos más íntimos de una mujer sencilla que no aspira más que a una vida tranquila.
Mientras contemplaba el Atlántico desde la perspectiva de una duna de arena, en Popham Beach, recordé las palabras de mi madre, y no pude evitar pensar que a mí tampoco me iba ser feliz. No es que esté insatisfecha con todo, es que nunca he sentido esa exaltación continua que esperamos que forme parte de la vida. Sí, he tenido momentos de placer, de diversión, de sentir que todo es perfecto. Pero han sido muy ocasionales; flashes episódicos en la rutina diaria que constituye una vida. Tampoco soy una pesimista que cree que ha tenido una vida desgraciada. Sin embargo, la idea de despertar entusiasmada, de batallar contra la rutina diaria, y considerar el poco tiempo que tenemos aquí como una gran aventura...A sus cincuenta años Hannah tiene que hacer balance en las peores circunstancias. El discreto encanto de la vida conyugal refleja los cambios culturales de la sociedad estadunidense de los años setenta así como el conservadurismo radical de determinado sector de la sociedad tres décadas después, el patriotismo exaltado post 11 septiembre, la ferocidad de los medios de comunicación y la doble moral del mandato de Bush. Pero no es únicamente un retrato muy crítico de una sociedad, la novela habla de la complejidad del matrimonio, los valores de la familia, las relaciones entre padres e hijos, la lealtad, la fidelidad, la religión o el aborto.
No, ésa no he sido yo precisamente. Es cierto que he mantenido cierta curiosidad, que he intentado conservar el optimismo, pero...«No me va ser feliz.» ¿Y a Dan? Nunca parece triste, pero tampoco destaca por su entusiasmo. No es lo suyo y basta. Él lo mantiene todo en un nivel discreto, y controlado. A él tampoco le va ser feliz.
Pero ésa es la pregunta imponderable sin respuesta, ¿verdad? ¿Cuál es el maldito objetivo? Cómo envidio a las personas que tienen fe religiosa. Yo nunca he sido capaz de aceptar la existencia de un Dios y de un paraíso eterno para los que le aceptan a Él. Pero aunque piense que no es más que un cuento de hadas que se cuentan los adultos para suavizar la vacuidad de la muerte, sería maravilloso proclamar: ¡Sí, esto tiene un objetivo! Sí, pasaré el resto de la eternidad con alguien a quien amo...Pero ¿también tropezarás con los que no amas, los que te han fastidiado en la vida temporal, aunque se autodenominen cristianos?Está claro que nunca seré creyente: no se puede ser sarcástico con el Dulce Más Allá.El inicio es algo lento pero necesario para entrar en materia, para entender a Hannah y lo que la lleva a
Lo extraordinario en lo ordinario. Era un tema que yo debatía a menudo con mis alumnos: que no podemos considerar nunca «ordinaria» la vida de nadie, que todas las existencias humanas son una novela con su propia narrativa irresistible. Aunque en apariencia parezca prosaica, el hecho es que cada vida individual está repleta de contradicciones y complejidades. Y por mucho que deseemos mantener las cosas simples y discretas, no podemos evitar colisionar con el conflicto. Es nuestro destino, porque el conflicto, el drama que creamos nosotros mismos, es una parte intrínseca de estar vivo. Es como la tragedia, nadie puede evitarla, por mucho que lo intente. Quizá sea una reacción contra la mortalidad, la certeza fría, estremecedora, en plena noche, de que todo es finito, que todos los esfuerzos y dolores de cabeza, deseos, placeres y decepciones de la vida se desvanecerán con nosotros cuando muramos.La pluma de Douglas Kennedy es exquisita, capaz de revelar las inseguridades de unos personajes muy convincentes a través de los acontecimientos históricos. Mi única pega es el titulo, que nada tiene que ver con la historia que uno se encuentra entre las páginas de la novela y que puede inducir a esperar algo muy diferente. Por lo demás, la aconsejo a todo aquel que quiera reflexionar sobre los entresijos de las relaciones humanas.