Tarde o temprano iba a llegarles el turno. No fue para los 30 ni los 35, pero los fuegos artificiales venían acumulando pólvora desde entonces... hasta que por fin estallaron en mil colores, con un monumental show largamente anunciado y fiesta a posteriori, con torta y confites, lágrimas y abrazos.
No es para menos: en estos días Emerson, Lake & Palmer cumplen 40 años sobre el escenario, años plenamente capaces de llevarse consigo una gran tajada del almanaque progresivo.
En diciembre de 1969 Keith Emerson de 25 años y Greg Lake de 22, verdaderos building-blocks de sendas bandas pioneras que han hecho historia en el rock de vanguardia cruzaron sus rumbos muy lejos de casa, en el Fillmore West de San Francisco, Estados Unidos. Cual reflejo telepático supieron instintivamente que un futuro artístico en conjunto les guiñaba el ojo a la vuelta de la esquina ofreciéndoles una prospectiva aún no dimensionable, pero indudablemente más promisoria en su faz artística -y posiblemente más redituable en su faz financiera- que The Nice y King Crimson.
Desde que su historia comenzó a tomar forma, color y sabor, corrientes, contracorrientes y corrientes ocultas se deslizaron bajo el puente. Por cierto nunca fue ELP una entidad que pudiera manejarse en piloto automático, pero sí al menos supo cobijar en su seno la capacidad del diálogo y la sutil persuasión. Envuelto en un aura de fuerte interacción química tanto personal como artística, ELP respondió siempre a la propia consigna de elevar su música al tope de sus prioridades. Como toda empresa humana, sin embargo, su larga trayectoria no ha estado exenta de errores y desaciertos, roces y discusiones, idas y retornos, spin-offs y actividades solistas... a la sazón, un espejo donde se refleja el mismo vaivén de la vida.
Porque a comienzos de esta década, ni el más avezado seguidor avizoraba una reactivación de la factoría ELP clausurada por última vez en diciembre de 1998. Con cada miembro de la entidad tripartita envuelto en sus propios menesteres y sutiles insinuaciones de que el show por fin había terminado, el tiempo parecía no conspirar con una nueva reunión.
Pero, ya se sabe, los caminos de E-L-P siempre convergen en algún recodo del recorrido. Y es así como por fin ELP acusó regreso triunfal en el escenario del High Voltage Festival para el festejo -anticipado- de sus 40 años de vida, saludado por una multitud expectante y los tradicionales cañonazos al término de "Pictures at an exhibition".
Fue la noche en la que la letra de "Tarkus" adquirió una nueva línea -el desesperado (y ya memorable) clamor de Greg estampado en el CD "feedback, FeedBack, FEEDBACK!". Fue la noche culminada en el escenario con un cálido abrazo Emerson-Lake y con Carl Palmer vitoreándolos por detrás desde la tarima de su batería, para luego llegar hasta ellos y en gesto simbólico extender sus brazos simétricamente en reconocimiento a ambos. Y fue la noche del gran festejo gran, hasta altas horas de la madrugada, donde un grupo de amigos, familiares e invitados selectos agasajó al trío con una magistral torta de la que... huelga decir... no quedaron ni los muñequitos!
Con Emerson-Lake por un lado y Asia/Carl Palmer Band por el otro girando por el mundo, si volverá ELP o no, es hoy incógnita. Lo que ya no es incógnita es que demostraron ser tan capaces en lo suyo como lo fueron en sus comienzos. No importa la edad, no importan las dificultades, no importan los handicaps. Importa la trascendencia. Se llevaron los aplausos de los fieles de siempre, sí, pero también se metieron en el bolsillo a las nuevas generaciones. No cualquiera destaca la rara cualidad de cubrir con su música la totalidad del espectro que supone una audiencia heterogénea.
Como entusiastas partícipes del show que parece no tener fin, elevamos nuestra copa ante Keith, Greg & Carl y les cantamos los 40 como se lo merecen... Muy feliz aniversario!
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