Con todo, el discurso fue bonito y lleno de frases acertadas: hay que «preservar» la Constitución «en su integridad» y «respetar» a los jueces.
Si alguien cree que esas frases bonitas y certeras le paran los pies a Sánchez en su proyecto de demolición de la Constitución para contentar a los socios que le mantienen en Moncloa, es un ingenuo. A Sánchez, para pararlo, hay que quitarle el poder.
El periodista Eduardo Inda es uno de los que creen que el discurso del rey ha parado los pies al violador de nuestro estado de Derecho con dos mensajes contundentes: «el primero de ellos es que hay que preservar la Constitución en su integridad, que no hay que manosearla, manipularla ni prostituirla». El segundo es que hay que respetar a los jueces y se deje de invadir el poder judicial por parte de los otros poderes del Estado.
Veremos pronto si es verdad que Sánchez ha sido frenado por el monarca. Veremos pronto si el depredador ha dejado de disparar contra la dignidad y la decencia de España, si deja de hacer concesiones injustas y dramáticas a sus socios catalanes y vascos, si deja de trocear la patria, si deja de acosar a los jueces, si cesa en su tiránico esfuerzo por controlar la Justicia, donde ya ha colocado piezas suyas en el Tribunal Constitucional y la Fiscalía General del Estado.
Por desgracia, soy de los pesimistas, de los que agradecen al rey sus palabras de aliento a los que resistimos, pero no creemos que su discurso sirva para mucho y que en la selva, el león seguirá devorando a su presa, la gacela, por mucho que el cazador blanco le grite y no dispare.
Francisco Rubiales